Bienestar

Convertir el miedo en un aliado


Muchas veces sabemos qué es lo que debemos hacer para conseguir los resultados que deseamos, sin embargo, no lo hacemos, ¿por qué? ¿Qué es lo que nos frena? El miedo es, sin duda, uno de los grandes obstáculos que se interponen en la consecución de nuestros objetivos.
El miedo es una respuesta fisiológica natural ante los peligros. Ha sido, a lo largo de la historia de la humanidad, un mecanismo adaptativo que nos ha permitido sobrevivir. El miedo es un mecanismo necesario porque nos pone en alerta, nos protege de los peligros y hace que nos comportemos con precaución en situaciones de riesgo. Pero no todos los miedos son iguales. No todos son racionales. Muy a menudo aquello que creemos tan terrible y peligroso no es algo real. Es el producto de nuestra imaginación, que se dispara y hace que construyamos historias terribles sobre todo lo que puede llegar a sucedernos si hacemos lo que tememos.
Los adultos andamos algo escasos de imaginación para visualizar nuestros planes de futuro; en cambio somos muy buenos para imaginar los peores escenarios. Nos atrapamos recreando escenas terribles que pueden anular muchas de nuestras posibilidades. El miedo nos limita, nos inhibe para correr riesgos, nos impide emprender la acción y puede llegar a paralizarnos. Por culpa de nuestros miedos abandonamos proyectos importantes y nos resguardamos en nuestro mundo, aparentemente seguro.
Los miedos que nos acechan son muy variados: miedo al fracaso, miedo a cometer errores, miedo a ser rechazados, miedo a no saber, miedo a hacer el ridículo, miedo al cambio, miedo a lo desconocido, miedo a tomar la decisión equivocada...; y un largo etcétera. Estos miedos aparecen, sobre todo, cuando nos adentramos en territorios desconocidos. Todo es nuevo y para lograr lo que deseamos tenemos que salir de nuestra zona de confort. Es entonces cuando nos asaltan todo tipo de pensamientos negativos: "no sé si tengo las habilidades necesarias...", "no sé lo suficiente", "me falta experiencia", "¿que pasará si fracaso, podré soportarlo?", "¿qué dirán de mi?..."
El primer paso para aprender a gestionar nuestros miedos es reconocer que tenemos miedo. ¿Miedo yo? Sí, admite que está ahí, acéptalo. No te resistas. Cuando reconoces tus miedos éstos se debilitan y se pueden convertir en puntos de fuerza. Quizá te ayude el saber que el miedo es universal, que no sabe de géneros, ni de raza, ni de condición social. Las personas valientes no son aquellas que no sienten miedo sino las que se enfrentan a él y emprenden la acción. Las que hacen algo con su miedo.
A continuación, tómate el tiempo necesario para examinarlo, para adentrarte en él y analizarlo. A lo mejor descubres que es un miedo irracional. Pregúntate: ¿Qué probabilidad hay de que se cumpla? ¿Es real o imaginario? Quizás las posibilidades de que se materialicen tus peores predicciones son muy reducidas. Si es un miedo real, hazte la siguiente pregunta: ¿cómo puedo prepararme para él? ¿Qué me falta? ¿Dónde puedo obtener lo que necesito? En este caso, busca recursos y rodéate de personas que te puedan aportar valor, que hayan estado ahí antes. A veces basta con un apoyo externo —alguien con quien compartir nuestros proyectos— para poner en orden nuestras ideas y aclarar nuestras dudas.
Nuestro nivel de tolerancia al riesgo es muy variable, así que cada persona debe encontrar su propia manera de gestionar sus miedos. Si tu miedo es muy grande puedes enfrentarte a él gradualmente. Cada pequeño paso que des te preparará para el siguiente. El cómo es lo de menos, lo importante es que conviertas tu miedo en un aliado. Como dice Giorgio Nardone: "Una vez aceptados, nuestros miedos se transforman de debilidad en puntos de fuerza. Si, por el contrario queremos negarlos o reprimirlos, nos pillan desprevenidos, trastocándonos y abriendo la vía al pánico".

Por: Maria Pallarés Fuente: mproactiva.com

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

*