Bienestar

Cumple las promesas que hagas

cumplepromesa2No dejes que las palabras se las lleve el viento y con ellas tu credibilidad

Así como los aparatos, cosas y servicios se deterioran, gastan y/o averían  por el uso, de igual forma las palabras, frases, promesas y amenazas continuas se desgastan.

Amenazas de temas delicados
Al pelear con la pareja expresamos el deseo de separarnos o divorciarnos. La primera vez que se menciona, el efecto es devastador y, ayuda a solucionar o frenar la discusión. Podemos decir que la amenaza surtió efecto en un 100%.
Hablo de efecto porque al lanzar la amenaza surgen dos preguntas ¿En realidad queremos separarnos? ¿Acaso no es utilizada como un arma para puntualizar la gravedad del asunto?
Recurrir a la misma amenaza en una segunda ocasión disminuye su impacto en un 20% y así sucesivamente hasta que al pronunciarla no surtirá efecto alguno, transformándose en “un decir”. Pierde fuerza e incluso la pareja puede mofarse diciendo “otra vez vas a salir con la misma cantaleta, quieres el divorcio”.

Promesas incumplidas, palabras al viento

Las promesas constantes referente a cambios, cumplimientos y mejoras como:
Te juro que no vuelve a pasar, te prometo que seré más cariñoso, voy a cambiar mi actitud etc. Cuando son pronunciadas y al paso del tiempo no son ejecutadas, cada promesa incumplida se convierte en una mentira. Llega el momento cuando otros hacen oídos sordos a nuestros juramentos.

Consecuencias no ejecutadas
Al establecer con los hijos consecuencias irreales imposibles cumplir “ya nunca vas a salir con tus amigos” o amenazas momentáneas “ahora sí te voy a castigar” y éstas quedan en el viento, repercuten en una falta de disciplina y credibilidad con los hijos.
Los hijos nos toman la medida al saber que no se ejecutan las acciones mencionadas en las palabras.

Pérdida en el universo
Cuando las  palabras, promesas, amenazas emitidas no se traducen en acciones,  son lanzadas al aire perdiéndose en el universo.
Pronunciarlas es fácil, llevarlas acabo y ejecutarlas requiere de otro esfuerzo.
Las palabras unidas a acciones son las que perduran.

Si en realidad quieres separarte, dilo y empaca tus pertenencias.
Si vas a sancionar a tu hijo por la falta cometida, exprésalo y ejecuta la consecuencia.
Si prometes cambiar, busca cómo, ya sea comprando un libro, preguntando a los amigos o acudiendo a terapia.

Escrito por: Blanca Almeida, psicoterapeuta
Foto: tracy.g

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