Bienestar

Juzgo…luego, existo

juzgarokSe puede ir más allá de las apariencias

Escrito por: Maricarmen Díaz Juárez

Hace unos días tuve una gran lección de vida. Por varios meses y por cuestiones de salud he tenido que frecuentar a un nutriólogo. Nuestras conversaciones no iban más allá de la consulta y el correspondiente tiempo para ello. En esta ocasión fue distinto. Él es un hombre muy guapo. Muy bien vestido y perfectamente combinado. Todo en su oficina está en su debido lugar. Todos sus accesorios, como por ejemplo plumas, agenda y portafolio de la debida marca. En mi mente tenía la idea de un hombre muy preocupado por lo material. Al sugerirle una entrevista para la revista en la que colaboro- porque debo reconocer que admiro profundamente su trabajo- la imagen que tenía cambió totalmente.

Con gran disposición me enseñó sus notas, las cuales escribe cada vez que tiene un tiempo libre. Su intención es escribir un libro que ayude a muchas personas en el tema de la obesidad. Sabe que es su misión de vida. Ahí comenzó nuestra conversación, que duró más de una hora. Nunca me imaginé que, detrás de esa imagen, hubiera un ser tan espiritual. No digo religioso, sino espiritual dispuesto a compartir su experiencia de vida, con la única intención de ayudar a los demás.
Ello me llevó a pensar en muchas otras situaciones, en las que por hacer un juicio apresurado y definitivo, he perdido la oportunidad de conocer a alguien increíble. Viene a mi mente aquella famosa frase que dice: “cuándo señalas para juzgar a otro, no olvides que tres dedos apuntan hacia ti”. Tres veces más para ti de todo aquello que señalas. Tres veces más egoísta, tres veces más chismoso, tres veces más negativo. Cuando supe de este principio, he intentando juzgar menos.
Pero, ¿al juzgar a otro, qué nos molesta tanto? Te has preguntado alguna vez, si aquello que te enfada del otro es algo que te molestaHoy es momento de saber que no necesitas juzgar para existir. Existes para crecer de ti mismo. ¿Y si dejaras de mirar al otro? Como dicen por ahí: “lo que me choca, me checa”. Es mucho más fácil ver en el otro los defectos, que darle la oportunidad de un viaje al interior. Como bien señalan los autores argentinos Jorge Bucay y Silvia Salinas en su libro Amarse con los ojos cerrados, necesitamos de un espejo, para poder apreciar todos aquellos aspectos de nuestra personalidad que no logramos ver a simple vista. El mejor espejo que podemos tener es una pareja. En ella se podrán reflejan los lados más positivos, pero también los más oscuros de nuestra manera de ser.
Resulta imposible dejar de hacer referencia al psicólogo Carl Jung y su ya famoso concepto de la sombra. Decía, que: “la sombra representa cualidades y atributos desconocidos o poco conocidos del ego tanto individuales (incluso conscientes) como colectivos. Cuando queremos ver nuestra propia sombra nos damos cuenta- muchas veces con vergüenza- de cualidades e impulsos que negamos en nosotros mismos, pero que podemos ver claramente en otras personas.” La tarea fundamental es poder integrar sanamente nuestra sombra en la conquista de nuestro propio ser. Mirar nuestro interior, limpiar todo el cochambre, con paciencia, pero sobretodo con mucho amor por el ser más importante en tu vida: tú misma.
La próxima vez que te sorprendas realizando un juicio, no pierdas la valiosa oportunidad de saber que tienes una posibilidad de crecer en aquello que señalas. Al principio puede resultar difícil, pero con el tiempo te darás cuenta que todo aquello que has señalado e integrado amorosamente como parte de tu personalidad, no será más motivo de conflicto con los demás. Hoy es momento de saber que no necesitas juzgar para existir. Existes para crecer.

Escrito por: Maricarmen Díaz Juárez

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