Ser sincero es expresar lo que se siente sin rodeos o medias tintas. Pero esto no significa que debamos herir a los demás al decir nuestra opinión de forma imprudente con palabras que puedan ofender.
Sinceridad no es decir todo lo que pase por la cabeza sin pensar en las consecuencias y el daño que pudieran causar tus palabras a otra persona. Sinceridad requiere decir siempre la verdad, aunque algunas veces cueste trabajo, ya sea por el qué dirán o por miedo a molestar a nuestro interlocutor.Muchas veces optamos por las socorridas “mentiras piadosas” que hacen que la persona con la que estemos hablando se sienta satisfecha, pues le decimos lo que quiere oír. Pero aunque en primer momento parezca que fue lo correcto, puesto que no hemos hecho sentir mal a nadie, está mal, ya que a la larga estas pequeñas mentiras se van convirtiendo en una más grande.
Llegado este momento, tendremos más posibilidades de que la verdad salga a la luz, haciendo más daño a esa persona que si hubiésemos sido sinceros en un primer momento, aunque lo hayamos hecho con buena intención y palabras amables.
La clave de la sinceridad está en buscar las expresiones adecuadas y respetuosas, tal y como nos gustaría que nos lo dijeran a nosotros.
