Bienestar

Los viejos tiempos




Ah… los viejos tiempos


Mamá solía platicarme de aquel pueblito en Veracruz donde vivió gran parte de su infancia; me contaba con añoranza cómo el tiempo pasaba lentamente en aquel rincón del mundo, cómo extrañaba aquellos tiempos y aquella vida placentera. Un día vino a visitarnos la abuela, y entre pláticas salió que mi mamá se la vivía quejándose de la quietud del pueblo y que no veía la hora de mudarse lejos de ahí. Me quedé sorprendida ¿Cómo podría explicar esta diferencia? ¿Mamá había olvidado sus quejas? ¿La abuela me engañaba? ¿O es que ninguna recordaba en realidad cómo eran las cosas?


Muchas personas imaginan sus recuerdos como un video viejo (puedes visualizarlos en tonos sepia o en blanco y negro si prefieres) Pensamos que las cosas se graban en nuestra memoria como si esta fuera una cámara de video y creemos que nuestros recuerdos son permanentes e inalterables.


Pero lo cierto, es que la memoria es un mecanismo mucho más complejo. Se trata de reconstrucciones de información en las que interviene no sólo el suceso, sino el contexto, nuestras emociones y recuerdos previos que vinculamos al actual. No sólo eso, conforme adquirimos nuevas experiencias, la memoria se va adaptando a nuestra visión actual del mundo. Nuestros recuerdos cambian y ni siquiera nos damos cuenta.


A menudo se dice que todo tiempo pasado fue mejor y tal vez eso tenga que ver con el cambio en la memoria: no recordamos las cosas tal y como sucedieron. La imaginación también juega un papel importante y tendemos a embeceller nuestros recuerdos. En otro tiempo y en otro contexto, las cosas no se ven como se veían entonces y la memoria que tenemos al respecto, las cosas que recordamos, ya no son lo que vivimos entonces, sino lo que creemos haber vivido más un cúmulo de experiencias y emociones.

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