Estilo

Mi hija, mi espejo



¿Qué no puedes hacer nada con su cabello? Le preguntó. Tenía muchos años de no verlas pero aun así soltó esas palabras. Tantos años, que era la primera vez que vería a su nieta hecha una adolescente. Tres generaciones de una familia que rara vez se reunía. Esa pregunta es la causa y reflejo de la distancia que había entre las dos mujeres adultas. No sólo vivían a cientos de kilómetros de distancia, sino que tampoco el teléfono o la Internet habría logrado mantenerlas en comunicación.

Se trata de una historia verdadera que ejemplifica cómo la relación entre madre e hija puede separarse y romperse en su totalidad. O casi. También ejemplifica la importancia que las mamás le damos a la apariencia de nuestras pequeñas. Sea el pelo, la ropa o el peso, siempre hay algo en lo que nos fijamos y deseamos “mejorar” en nuestras hijas. El problema no radica en si tenemos o no la razón, sino que al meter nuestra cuchara estamos afectando su personalidad y muchas veces su autoestima.

Que la abuela se detuviese a ver el pelo de la nieta no sólo representaba una crítica a la pequeña sino también a la mamá, asegura la especialista en comunicación Deborah Tannen. “¿Qué no sabes ser una buena madre? Mira como traes a tu hija”, parecería ser el significado de aquel comentario sobre el pelo de la nieta. Y es que detrás de cada frase hay múltiples significados e interpretaciones. Un simple “¿No crees que otra blusa se te vería mejor?” puede enviar la señal de total desaprobación. La ropa, el pelo o el peso pueden ser razones para unirnos pero también para separarnos de nuestras mamás e hijas.

¿Aceptar o recomendar?

No importa la cultura, la apariencia de nuestras hijas siempre nos importa, asegura Tannen. En el caso occidental les interesa que se vean atractivas. En el caso de la cultura musulmana les interesa que se vean decentes. En cualquier caso, las mamás solemos proyectar nuestras propios gustos, debilidades o intereses en nuestras pequeñas. A veces queremos que se hagan rayos o queremos que se vean más delgadas. Lo que provocamos en algunas ocasiones es una sensación de no aceptación de nuestra parte hacia ellas. Una simple sugerencia es vista como un fuerte rechazo. Intentemos ver el lado positivo de su apariencia. Construyamos puentes de aceptación y dejemos que nuestra recomendación venga por otro lado.

Escrito por: Revista SuperMujer

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