Profesión

Cambio de roles

cambio-de-roles-ahora-mandamos-nosotrasHombres desequilibrados, mujeres aún más. ¿Realmente han cambiado los roles en el trabajo?

Escrito por: Vivian Diller*

Al igual que muchos de mi generación que vemos regularmente la serie “Mad Men” en AMC, me maravilla cómo logran captar la época: el ambiente brumoso, el estilo retro y las sutilezas sobre como vivían, trabajaban y jugaban en esos buenos/malos ayeres. Cada domingo vemos el desarrollo de la historia por medio de personajes que trabajan en Sterling, Draper, Cooper y la agencia Pryce Ad. Un episodio reciente me intrigó particularmente, como psicóloga y escritora que trata temas relacionados con las mujeres en la sociedad contemporánea. El episodio ilustró brillantemente el fenómeno cultural que yo he llamado “la paradoja de la belleza”, resaltando sus orígenes y su influencia en el mundo actual.

La paradoja de la belleza es la ambivalencia que sienten las mujeres sobre el rol de la belleza en sus vidas personales y profesionales. ¿Debe o no importar el físico? ¿Tomarán con menos seriedad a las mujeres inteligentes si le dan importancia a su apariencia? ¿Será que la sensualidad y feminidad están peleadas con la ambición y el éxito profesional? En “Mad Men”—donde las mujeres están enloqueciendo cada vez más respecto a este tema—podemos ver una dramatización de este fenómeno cultural.

Este episodio en particular giró en torno a las dos protagonistas femeninas: Joan, la voluptuosa secretaria, y Peggy, la ingeniosa directora creativa. Se involucran en una serie de intercambios con sus colegas, que van desde el más crudo y machista, al jefe a cargo de la oficina, quien evoluciona emocionalmente lento, Don Draper. Los chicos ven a Joan tanto como objeto de deseo como de burla, mofándose abiertamente del rol que juega ella en la oficina. “Joan está en el escritorio con los senos en el papel secante” dicen, subestimando su inteligencia innata e instintiva, aunque nosotros los espectadores nos demos cuenta. Peggy es representada como más lista y ambiciosa, la abeja trabajosa que no puede relacionarse con Joan. Los hombres la hacen menos también, la chica que quiere ser uno de los chicos, aunque difícilmente la ven a ella, o cualquier otra mujer, como una amenaza profesional real. Cuando Peggy le pide consejo a Draper—el único hombre que no se ve afectado por ninguna de estas mujeres—la anima a tomar el problema en sus propias manos. Una revolución cultural está comenzando.

Aquí es donde se complica. Así como vemos que los roles comienzan a cambiar y las relaciones de poder a modificarse, también somos testigos de una batalla interna que crece dentro de las mujeres mismas. Y es ahí donde “Mad Men” acierta de nuevo. Peggy aparece tratando de lidiar con estos chicos malos de una manera profesional como le sugirió su jefe. Siendo una novata en este rol, trata primero de advertirles sobre la verdadera influencia de Joan en la oficina, pero no llega a ningún lado. Continúan bromeando, burlándose de Joan, “¿Qué es lo que tu haces aquí, aparte de andar caminando como si quisieras que te violaran?”. Peggy se enfrenta entonces con un debate interno, uno que creo que sigue en la mente de muchas mujeres el día de hoy: ¿se pone del lado de su mismo sexo contra la actitud degradante hacia otra mujer? ¿o mira hacia otro lugar para ponerse del lado de los hombres, quienes dominan los roles más codiciados en la agencia? Reuniendo todo su valor, decide despedir a Joel, el que más se propasaba con Joan, y cuando se va le dice a Peggy, “Bueno, me equivoqué contigo”. A sus compañeros hombres les advierte “Cuidado, amigos, se acabó la diversión”. Este podría ser el episodio con más momentos reveladores e interesantes. Claramente, Peggy se siente mal por la decepción que tuvieron los hombres de ella, pero a la vez se siente triunfante por haber ejercido, por primera vez, la autoridad que le confirió su jefe. Se siente, como nunca antes, emocionada por el poder que percibe que irá creciendo.

El gusto le dura hasta que comparte su acto de valentía con Joan, quien no está nada complacida por la defensa de su feminidad. Desde la perspectiva de Joan, solamente ha sido devaluada aún más, y esta vez por su colega femenina, cuyas acciones han resaltado dolorosamente la posición de Joan—la linda secretaria que necesita ser salvada por alguien con poder más masculino. Nosotros, como espectadores, también dejamos de aplaudir la nueva conciencia de Peggy para lamentar la degradación de Joan, una mujer que sabemos que tiene la capacidad de defenderse a sí misma. La paradoja de la belleza se escenifica entre estas dos mujeres para que todos lo veamos. Es un drama sorprendentemente similar al que se juega, muy seguido (aunque a puerta cerrada), en la vida de las mujeres de hoy.

Mientras la realidad del acoso sexual ha cambiado de alguna forma desde los días de “Mad Men”, las mujeres siguen luchando para reconciliar la belleza y la sensualidad con sus vidas profesionales. Luchan entre sí—como Joan y Peggy—y consigo mismas. Les preocupa que su físico interfiera con su ascenso. No saben si la feminidad explícita representa poder o debilidad. El dilema sigue siendo, ¿de qué lado ponerse? ¿Deberían, las Joan de hoy, minimizar su belleza con tal de establecer que son mujeres listas e inteligentes?  ¿Deberían, las Peggy de hoy, disfrutar el ser una mujer y adornar su feminidad, o las pondrá en riesgo de perder en la carrera hasta la cima?

Joan tenía algo de razón en el elevador, cuando le dijo a Peggy que no la verían como una heroína, sino como otra “bruja sin humor”. El movimiento de las mujeres debió resolver este dilema cuando los techos de vidrio se rompían en Sterling, Draper, Cooper, Pryce y demás lugares. Pero la verdad es que las mujeres siguen luchando contra esto a pesar de todo lo que han hecho en los últimos 50 años. Podremos tener una Secretaria de Estado. Las mujeres son jueces en la Suprema Corte. Hay Peggy Olsens por todos los medios de comunicación. Aún así, ser mujer, atractiva y poderosa al mismo tiempo, sigue siendo una cuestión complicada. El título de la serie podrá ser “Mad Men”, pero en muchas formas muestra a las mujeres y la evolución de su revolución.

Ah, y no olvidemos a Betty Draper, sufriendo en los aburridos suburbios. Su rol de mamá y ama de casa infeliz está por empezar su propia revolución. Un avance (que significa que un episodio seguramente está por venir) hacia una nueva Betty, con el apellido Friedan. Ella le dará una identidad a la “enfermedad sin nombre”, la cual experimentan cada vez más las mujeres de la era de “Mad Men”. Y por lo que me dicen las mujeres de hoy, no estoy segura de que hayamos encontrado una cura para esta enfermedad cultural. ¿Qué piensas?

LibroFaceIt*Vivian Diller es psicóloga, bailarina profesional y modelo. . Conocida por sus artículos de belleza, envejecimiento, medios, modelos y bailarinas. Es autora del libro Face It: What Women Really Feel As Their Looks Change una guía psicológica para ayudar a las mujeres a lidiar con sus emociones respecto al cambio en su apariencia.

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