Cerca de casa había un parque donde íbamos de vez en vez. Sobretodo pasábamos por ahí los domingos camino a misa; ya de salida nos deteníamos para pasar a los juegos.
Recuerdo que bajo la mirada de mis padres corríamos de un lado al otro, subíamos a los columpios, las resbaladillas, el sube y baja… en fin.
Cuando adolescentes había música los domingos y era un buen momento para conocer a los chicos del rumbo, todo bajo la mirada de los padres.
Los parques eran lugares de reunión familiar y convivencia sana, bien cuidados, con sus bancas de granito, hermosas plantas y enormes árboles.
Los parques eran los testigos silenciosos de los primeros pasos de un bebé, de las primeras pedaleadas a la bicicleta, de partidos de fútbol, de las miradas adolescentes, de los primeros besos.
Escrito por: Rebeca Harfuch