Pareja

La tristeza por insatisfacción sexual



De niñas o adolescentes inmersas en el espectáculo del amor hemos soñado con ese momento en que nos entregamos por completo a un hombre; y miles de escenas de películas adornan nuestras fantasías; las luces tenues de las velas, la textura de las sábanas, la música que habrá de sonar, el momento de la desnudez, los olores, la piel en el encuentro, las caricias. Todo mágico en un ostentoso ritual de amor. Los cuerpos danzarines, la respiración agigantada, los besos húmedos, apretados, deliciosos; los jadeos rítmicos; el placer andante y… ¿Ya pasó?... ¿Qué pasó?... ¿Me quedé dormida?... Y en el lecho exhausto cae él.

Un estudio de la compañía biomédica Pfizer reveló que “una de cada tres mujeres españolas fingen en la cama”, se dice que todas las mujeres en su vida sexual fingirán al menos una vez. Lo cierto es que el tema no es fingir o no fingir, sino de dejar de fingir; hacernos cargo de nuestro cuerpo y sus necesidades y exponérselo a nuestras parejas; dado que la mayoría de las veces las mujeres solemos dar clases de actuación para “que nuestro compañero no se sienta mal”, ahora bien, ¿y nosotras?

La insatisfacción sexual femenina genera sensaciones negativas como tristeza, enojo, frustración, inseguridad, entre otras. Y si bien es cierto que hay múltiples factores que lo desencadenan, en el presente artículo quiero referirme a la falta de comunicación en la pareja, y al desconocimiento por parte del hombre del cuerpo femenino. ¿A qué me refiero?

En la actualidad la información que manejamos debería ser utilizada para mejorar la calidad de vida de nuestras relaciones, en lugar de seguir viviendo en contextos obsoletos.

La causa principal de la insatisfacción femenina es la falta de comunicación que tenemos con nuestras parejas. Cuando las mujeres no sabemos pedir lo que nos resulta placentero, cuando no le enseñamos al otro donde queremos, y cómo queremos ser amadas- “acariciadas-tocadas”- caemos en la ilusión de que “algún día se dará cuenta de lo que necesitamos” o nos conformamos con el bagaje de su expertos.

Mientras que todas las imágenes arquetípicas del arte amatorio provienen de la penetración, las mujeres entendemos, sabemos, y somos conscientes que nuestro órgano sexual por excelencia es el clítoris. Figura que muy pocas veces es estimulado, o tenido en cuenta. El hombre en la mayoría de las veces se concentra más en el poder de su erección y no siempre permite desarrollar el contexto de excitación que su mujer necesita. Se dice que hay una gran ignorancia respecto del tema, por ser un tabú para muchas sociedades. Lo cierto es que el coito vaginal no siempre resulta placentero en su totalidad, y el recurrente sentimiento de que “algo falto” comienza a generar en quién lo padece una gran angustia.

Estas emociones se traducen luego en la falta de apetito sexual, en el desinterés, y en la indiferencia. Los “dolores de cabeza” como paliativos para justificar “el alejamiento íntimo” son cada vez más frecuentes y en poco en la pareja se ha creado un gran vacío.

Si nuestro compañero desconoce lo que sucede, poco podrá hacer para remediar la situación. Los rencores que proyectaremos, las tentaciones que se cruzan por nuestras mentes, el resentimiento que generamos hacia el otro; no facilitaran las cosas.

Es hora de actuar. ¿Cómo?

El secreto para una vida sexual estimulante está en el hecho de conocer nuestro cuerpo, al igual que el de nuestra pareja. Permitirnos experimentar y compartir con nuestro ser amado lo que deseamos, lo que nos hace sentir bien, lo que nos excita; sin sentir que por eso estamos violando algún mandamiento. La sexualidad es una forma de comunicación natural que tenemos. El orgasmo femenino en sí mismo es un pasaje enmarañado de factores biológicos, psicológicos y sociales. Estudios antropológicos revelan que en las sociedades en las que se “habilita” que la mujer disfrute del sexo igual que el varón, la mujer tiene orgasmos. Por el contrario, en las culturas donde el placer femenino es censurado, las mujeres presentan mayores dificultades para gozar. Las creencias que tenemos respecto del sexo juegan un papel preponderante a la hora de amar. Si crees que tu pareja debe llevar un papel activo y tú ser simple receptora, jamás tomarás las riendas de la relación y por ende nunca serás responsable de tu propia placer. ¿No te parece que le cargamos demasiadas responsabilidades a los hombres? ¿No será tiempo de pegar parejo?

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