Dicen que el arte es un reflejo del alma humana, y el cine no es la excepción. Aquellas dos horas en la butaca nos cuentan más que una historia, nos hablan de nosotros mismos: es un reflejo, un mensaje que queda en cada espectador interpretar. Nos gusta el cine no sólo porque nos entretiene, sino porque nos habla de nuestra propia naturaleza.
Un elemento muy importante en la apreciación y el disfrute del cine es la empatía. Nos ponemos en el lugar del personaje, vemos el mundo desde sus ojos y entre mayor es la conexión, mayor será el impacto que tendrá en nuestras propias emociones. Esta conexión sólo puede lograrse gracias a la presencia de las llamadas neuronas espejo, que consciente o inconscientemente, los cineastas han utilizado durante décadas para transmitir emociones.
Este grupo de neuronas, descubiertos hace relativamente poco tiempo, son las responsables de que nuestro corazón se acelere cuando vemos amenazada la vida de un personaje o que la adrenalina suba cuando vemos una persecución. Cuando vemos los movimientos y emociones de los personajes, estás neuronas se activan en nuestro cerebro como si nosotros mismos estuviéramos viviendo la situación.
El cine nos refleja no sólo como vehículo para expresar la realidad, sino por la experiencia de vernos reflejados en el personaje. Consientemente o no, elegimos como favoritas aquellas películas con las que más nos identificamos, aquellas que despertaron en nosotros una mayor emoción y que reflejan más cercanamente, cómo somos.
¿Cuáles son tus tus películas favoritas?
Por: Claudia Pedrozo
