Bienestar

Comida chatarra

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Como un esfuerzo por eliminar la obesidad infantil, que se ha vuelto un tema primordial en la salud, se está buscando hacer un esfuerzo por eliminar la "comida chatarra" dentro de las escuelas. Ya no más refrescos, papitas, dulces ni nada que se le parezca. A pesar de ser un esfuerzo de parte de las autoridades y las empresas que están dejando de percibir un ingreso económico importante por no vender sus productos en las escuelas, la medida servirá de poco. No es pesimismo, ni negativismo. Es simplemente, examinar la problemática desde un ángulo más realista.

Tomemos el ejemplo de Paco: él tiene 8 años y ya es un niño obeso, sus dos hermanos menores de 3 y 5 son "gorditos" y su mamá y su papá tienen sobrepeso significativo. Si analizamos este caso bajo la lógica de que la comida chatarra que Paco se comió en la escuela fue lo que lo engordó, entonces ¿eso querría decir que sus padres van todos los días a comer a la escuela también? ¿Tal vez son maestros en la escuela de Paco?

No, ese no es el motivo por el cual toda la familia de este pequeño batalla con el sobrepeso. La situación es mucho más compleja. Los mensajes de la publicidad van encaminados a que una dieta baja en calorías es lo que se requiere para bajar de peso. No obstante, en el caso de la familia de Paco, no comen tanto como uno pensaría.

Los papás de Paco se levantan desde las cuatro de la mañana a preparar todo para el trabajo y la escuela. A las cinco y media salen todos de casa y los papás solo tomaron un café negro. A las siete, Paco ya está en la escuela y no ha desayunado, los padres dejan a los hijos en la guardería a las siete y media y de ahí se van a trabajar. Paco inicia con la clase de deportes y a eso de las nueve de la mañana entrará en receso y comerá su "lunch". Habrán pasado 5 horas desde que el niño despertó hasta que toma su primer bocado, por supuesto, muerto de habre se come su sandwich de jamón, su jugo de manzana, un plátano y una mordida al chocolate de su compañero.

Para la hora del segundo receso, ya no le quedan más provisiones. A la una y media, sale de la escuela y su abuela pasa a recogerlo. A las dos y media llegan a casa listos para comer. La señora tarda media hora en calentar los alimentos: Sopa de verdura, tacos de pollo fritos, arroz frito, guacamole, crema y queso. El postre: pastel de chocolate. Hay que considerar de que las nueve a las tres de la tarde han pasado seis horas. Paco desesperado del hambre se salió de casa en lo que su abuela calentaba la comida y se fue a la esquina a comprar refresco y una "botanita" que consistió en una preparación de chicharrón de cerdo con limón y chile. El niño come como si se hubiera acabado el alimento en el mundo.

De ahí, hasta la noche que lleguen sus padres, también cansados y hambrientos, Paco se habrá sentado durante 4 horas frente a la tele, habrá comido unas cuantas golosinas, y sabremos muy poco de su tarea. Finalmente tomará una cena completa, pues sus papás no han comido así que probablemente se servirá algo similar a la comida.

Las autoridades tienen un reto gigante, el favorecer medidas que ayuden a que el estilo de vida de las familias sea mucho más saludable. Fomentar el ejercicio, comer poco pero muchas veces al día, hay que disfrutar de alimentos sanos pero también fáciles de preparar y frescos. El caso de Paco es el típico caso de una familia trabajadora que ha sacrificado la salud por tener un medio de ganarse la vida. A veces la cotidianidad puede ser abrumadora, y es precisamente en la vida del día a día en donde tenemos que buscar maneras creativas de intsertar elementos sanos y positivos y ese es el verdadero reto.

Escrito por: Karla

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