Bienestar

Seguridad Emocional

seguridad_emocional_Desde que nacemos comenzamos a transitar un camino demasiado sinuoso, y muchas veces frustrante, hacia la seguridad emocional. Cuando niños, los pilares que la construyen son nuestros padres, luego incluimos al resto de la familia: tíos, abuelos, primos; más tarde los maestros, amigos; y vamos creciendo junto con un mundo emocional habitado por muchos nombres e historias.



Ya siendo mujeres, seguimos la misma trayectoria, buscando esa seguridad en el “otro”; y muchas veces por conseguir lo que buscamos; cedemos en situaciones comprometedoras de nuestra dignidad.

Pero, ¿qué entendemos por Seguridad Emocional? La seguridad o confianza en uno mismo; la conciencia de nuestra autoeficacia y auto-dignidad.

Creemos que para lograr la “seguridad emocional” debemos comportarnos de forma sumisa, reservada, introvertida; y le enseñamos a nuestro compañero a tener el control absoluto de la relación.

“Mi seguridad emocional” depende de tu amor; por eso no digo nada cuando te enojas; por eso me callo cuando gritas, por eso no pregunto con quién hablas, por eso me miedo confrontarte.

Estas actitudes, que en apariencia son “inocentes”, nos van restando poder personal. De una u otra forma, empezamos a “depender” del otro, en sus actos y dichos; dejamos de ser auténticas por “miedo” a lo que podría suceder.

Creer que “nuestra seguridad emocional” depende del otro, es comprar sufrimiento. Por un lado le adjudicamos una tarea impresionante a nuestra pareja, la de suministrarle algo que “no le pertenece”; y por el otro; ponemos en sus manos todo nuestro poder creador.

“La seguridad emocional” personal está en nuestra manos; dejarla librada al “hacer del otro” es un grave error que no nos permitirá dejarnos ser.

A veces las familias y la sociedad, nos enseñan pequeñas trampas; a nosotras , las mujeres. Una de ellas es la de sostener que “si no estás en pareja, no estás completa”, o “que para estar más segura es mejor estar de novia o casada”. Esa modalidad de vernos “ a medidas” o “débiles o frágiles” nos hace accionar sin demasiada justicia hacia quienes somos.

La seguridad de ser uno mismo es inherente a nuestro crecimiento personal, y sólo nos compete a nosotras. Esa seguridad no implica “el control” de las emociones, sino el conocimiento de ellas. De que seamos capaces de saber que nos sucede, por qué y para qué; que dejemos de vivir la vida como la “película de otro”.

Trabajar en nuestro interior, en la pregunta ¿Quién soy? Nos apoyará en el trabajo de edificar esa seguridad emocional.

Todo va ligado de la autoestima y la aceptación; nada más ni nada menos, que la justa valoración de quienes somos.

Los seres humanos somos piedras preciosas que habitan el mundo; pero cada piedra sabe cuál es “su valor”, no hay tasador mejor capacitado que tu mirada para hacerlo.

Escrito por: Chuchi González

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