Amigas

Calor en la ciudad



Sara llegó tarde y molesta por lo fastidioso del tráfico, se sentó tomo un profundo respiro y exhaló.

- Vengo harta del tráfico, el calor, de lo terriblemente inconsecuentes que nos volvemos con éste clima, vean estoy hecha una sopa, además de estar simplemente a dos cuadras del café literalmente parada, porque un microbús se descompuso. ¡Media hora, media hora! y a tan sólo dos cuadras.

- Cálmate, ya estás aquí. ¿Que vas a tomar?, le pregunté.

- Me salto el café irlandés, hoy quiero un café helado, pero eso si con un cuerno relleno de chocolate, a ver si así me calmo.

Alguien dijo, ¿no prefieres una tila helada?, así se te baja el mal rato.

- No, gracias necesito una dosis de cafeína bien helada.

En verdad, dijo Sara, somos demasiados y recién oí que pretenden los candidatos al gobierno del D.F., construir más viviendas, o sea más calor, o sea más deterioro para esta capital.

No basta con voltear hacia el Ajusco o el cerro del Judío, para darse cuenta que sólo falta iluminación en la mera punta, de lo extendida, sobrepoblada, y desquiciada ciudad en la que se ha convertido.

Noo, hemos permitido que la conviertan.

Dobles pisos, vías rápidas, líneas de metro, basura, todo a medio hacer, a medio… como suele pasar, todo a medias.

Si no llueve pronto seremos seres fritos sobre el asfalto.

Oí que cada once años la tierra está más cerca del Sol, y este es el año, así que aparte de ensoparnos ya sea en el carro, caminando, o bajo cualquier medio de uso, debemos sobreprotegernos de los ahora daños solares, vean dijo Sara.

Aparte de mi crema, el bloqueador. Hoy igual a cero presentación ya que las sombras, el rímel y el blush quedaron en la nada. Sacó una toallita refrescante con olor a limas y borró todo rastro de maquillaje sobre su rostro.

De pronto el mesero llegó con un enorme capuchino frappé, y un delicioso cuerno relleno de chocolate, la cara de Sara cambió en el primer sorbo, se relajo y empezó a platicar.

Nuestra conversación se extendió y tras una agradable atmósfera disfrutamos todas de nuestra reunión semanal.

Rebeca Harfuch

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