El maltrato psicológico en la pareja, desafortunadamente es uno de los males de las últimas décadas. Los hay de varias intensidades pero no por eso un nivel es más bueno que otro. Generalmente la persona que los propicia es insegura, acomplejada, sin autoestima y tiene una necesidad imperiosa de imponer, manipular y controlar.
Se vale de éstos medios para ejercer un poder y autoridad que rebajan y humillan a quien los recibe. Digamos que quien necesita manipular lo hace para sentirse en una posición superior, por lo que busca a través de gestos, palabras, insultos e incluso indiferencia que su víctima, de forma consciente o no, cada día se crea un poco más todo lo que le dicen.
Expresiones como “no sirves para nada”, “qué gorda estás”, “así nadie te querrá”, “no puedes hacerlo”, “no te vistas así” y una lista interminable de descalificaciones y maltrato, hacen que la víctima de esta situación caiga en un estado de depresión, baja autoestima y lo peor de todo es que cada vez cree más en las palabras negativas que escucha y es como una cinta repetitiva que se le va grabando en la cabeza y cuanto más la escucha, más dependiente se vuelve de quien le esta ocasionando el maltrato.
Comienza a sentir que ésta persona es la única que puede querer estar con ella/el, que no se merece nada y con el tiempo aparecen desórdenes como inapetencia sexual, insomnio, cefaleas, aislamiento, irritabilidad, sentimiento de culpa etc.
Las personas que pasan por estas situaciones terminan por sentirse completamente anuladas, ya que generalmente además de creerse que no sirven para nada, realmente dejan de intentar hacer cosas nuevas en su vida, por todos lados el agresor psicológico tampoco lo permite, porque en muchos casos no consiente que trabaje, le restringe el dinero, las salidas hasta le dice cómo vestirse.
Sin duda, se torna en una relación enfermiza, que empieza por la persona que está enferma pero lamentablemente la víctima también se enferma por la relación de dependencia y destrucción que se genera.
