Se han cumplido 10 años del peor atentado terrorista de la historia. Honestamente, esta clase de actos van más allá de mi comprensión. Siempre intento hallar razones sobre el accionar de la gente, qué los motiva a hacer las cosas, pero el terrorismo supera y excede todo razonamiento.
Puedo llegar a entender que alguien “odie” a otro ser por haberle infligido un dolor o por haberle hecho daño, pero el buscar hacer mal por el mal mismo, herir o matar a semejantes que ni conoce y ni tienen que ver con su ideología o modo de ver la realidad es un acto completamente repudiable.
Soy una persona muy creyente y considero que ningún concepto de Dios puede avalar semejante aberración. También creo en el poder del pensamiento positivo y deseo con todo mi corazón que se termine esta clase de proceder. Apelo a la conciencia de quienes tienen en mente o se entrenan para cometer estos actos y de quienes crecen en esta clase de culturas para que se den cuenta que las soluciones a las diferencias y a las controversias existen, y no son éstas.
El camino hacia la paz y hacia la resolución de conflictos es otro. Si hubo naciones en guerra entre sí, o que padecieron guerras civiles internas despiadadas, que pudieron dejar esas situaciones en el pasado por medio del diálogo y de la concertación, bien se puede seguir este camino: deponer las armas, lograr acuerdos en algunos puntos y avanzar firmemente a partir de ellos.
Al pensar en el 11 de septiembre, recuerdo el ejemplo que dieron cientos de personas que se acercaron a ayudar (bomberos, policías, voluntarios) y que pusieron en riesgo o incluso perdieron sus vidas en pos de salvar otras. Su solidaridad demostró que hay otra realidad posible, un mundo en el confiemos en nuestro prójimo, en el cual podamos vivir y desarrollarnos con tranquilidad y libertad.
Desde este pequeño granito de arena que es mi blog, me uno a los millones de seres que desean que un acto de esta índole (o de algún otro que implique terrorismo) no vuelva a suceder nunca más.
Escrito por: Merlina Meiler