El bebé…
D
urante la segunda semana se desarrolla el embrión, que tiene básicamente una cabeza, un tronco y una cola rizada. Las primeras semanas son muy importantes porque se desarrollan las bases de lo que serán los órganos, rasgos y el sistema nervioso del bebé.
Aparecen dos pequeñas cavidades oculares y la formación de sus orejas y ojos entran en una primera fase. Además, se van haciendo espacios para huesos, músculos, riñones, pulmones, intestinos y sistema digestivo. También comienzan a desarrollarse la médula espinal, el sistema nervioso, la columna vertebral y el tubo neural, un tubo al descubierto sin piel ni huesos que se convertirá en el cerebro.
La Mamá…
En la segunda semana, el estrógeno de la madre se incrementa dándole una señal a su útero del nuevo embarazo. El útero empezará a formar un forro donde se va a implantar el huevo y comienza a crecer la placenta que nutrirá al bebé en los próximos nueve meses.
El sexo del bebé se determina en el momento de la fertilización, lo que puede ocurrir al final de esta semana
Uno de los síntomas que la madre puede sentir son punzadas en los lados del abdomen, lo cual es un indicador de ovulación. El volumen de su sangre aumenta en un 50 por ciento para afrontar la demanda de oxígeno del feto.
De los 46 cromosomas que conforman el material genético del bebé, dos cromosomas, uno del espermatozoide y otro del óvulo, determinan el sexo del bebé.
Cada óvulo tiene un cromosoma “X”, un espermatozoide puede tener un cromosoma “X” o un cromosoma “Y”. Si el espermatozoide tiene un cromosoma “X”, el bebé será una niña; si el espermatozoide tiene un cromosoma “Y”, tu bebé será niño.
Fuente: Club Parenting e Instituto de la Mujer
