Familia

¿Mami, hoy te espero despierta?

Escrito por: Verónica Mendoza R.

¿

Mami, hoy  te espero despierta? Fueron las palabras de mi hija al despedirme de ella, con prisa, con un abrazo rápido, y un beso que por más que quiero prolongar no dura lo suficiente.
¡No  mi amor, no me esperes despierta!, ¡duérmete!, es mejor, hoy tengo que ir a las oficinas que están más lejos y no sé a qué hora salga mi vida.

"Mamá, me acostumbro a estar todo el día contigo los fines de semana, a que hacemos cosas juntas y después cuando es lunes nos separamos otra vez, no te veo más que en la mañana cuando despierto y eso porque tú me besas para despertarme y decirme que ya es hora de irme a bañar, ¡no me gusta!"
Me duele, siento el grito contenido en mi garganta y quisiera botar la responsabilidad de ser adulto y tener que salir a trabajar porque las cuentas por pagar son enormes y la manutención de la casa recae totalmenteLe digo que la amo, que es lo más importante en mi vida, salgo de la habitación con el nudo en la garganta y tomo fuerza para salir un día más a la extenuante jornada de trabajo en mí; me reprocho el no haberme conformado con lo que tenía, pues si me hubiera hecho de la vista gorda, hoy mi situación económica sería más cómoda; claro, tendría que haber aprendido a vivir con cornamenta de reno, pero seguramente no tendría que salir a trabajar todos los días.
Poder regresar a casa temprano y estar con mi hija antes de dormir, arroparla, acurrucarme con ella en su cama y acariciarle su frente hasta que se quede dormida.
Desafortunadamente mi trabajo no me permite nada de eso, el recorrido de 2 horas es casi obligatorio, y por más temprano que salga, a casa siempre llego de noche.
Pero me doy cuenta, que de esa manera no sería feliz, y el tiempo que le dedico a mi hija no sería de la calidad como lo es ahora, viviría en una infelicidad eterna.
Hoy me duelen las palabras de mi hija, y el reproche implícito que llevan, pero si sigues tus propios sueños y tus convicciones, cuando escuchas a esa voz en tu interior que te dice que corras, que eso que estás viviendo no es correcto, que el mundo es muy grande y que hay más opciones, no puedes simplemente taparte los oídos y no escuchar, porque si no te mueres lentamente por dentro.
Así que al final sólo nos damos un abrazo muy fuerte, nos llenamos de besos y le digo que la amo, que ella es lo más importante en mi vida y que es el amor de mi vida, salgo de la habitación con el nudo en la garganta de siempre y tomo fuerza de mi propia flaqueza para salir un día más a la extenuante jornada de trabajo.

Escrito por: Verónica Mendoza R.

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