Escrito por: Sophia Oufali de Rayek
En muchas ocasiones nos hemos encontrado con los ¿Por qué? de niños y niñas, pareciera un interrogatorio simple, pero a la vez es una pregunta profunda y en varias ocasiones nos sentimos acorralados. Nos quedamos perplejos o sin respuesta ni argumento ante estas preguntas y con la desdicha de tener que enfrentar más ¿por qué?
No son necesariamente preguntas complejas, a veces son simples e inocentes, estas preguntas de los niños son hechas con sincera curiosidad con la necesidad de entender el funcionamiento del mundo, de su propio mundo que se le va presentando a lo largo de su desarrollo, los niños solo preguntan lo que desconocen.
He observado, las respuestas que dan algunos adultos: “porque sí”, “no molestes”, “no preguntes tanto” “no es importante saberlo” entre otras. Esta situación por muy trivial que parezca, me hace reflexionar y preguntarme a la vez ¿Cuál es el efecto en los niños de estas respuestas?
Los niños a su corta edad y su amplia capacidad de aprendizaje, están dispuestos a aprender todo lo que se les enseñe, pero cuando se les da respuestas como las anteriores posiblemente perderá la confianza a preguntar, abandonará su curiosidad natural y pensará que no existen respuestas a sus preguntas.
Peor aún es la situación cuando el adulto sí sabe la respuesta pero simplemente no quiere contestar, entonces nos encontramos con niños que en la edad escolar, no preguntan, por miedo, por decepción o porque no podrán encontrar respuesta que les satisfaga.
Esto nos invita a reflexionarSi se les responde con mentiras, para el niño esa será la verdad, si se les dice “ya no preguntes” aprenderá que no debe preguntar acerca de lo que ve, oye o siente, y que debe aceptar las cosas como son, y en su vida, ante cualquier situación, actuará de la misma manera
sobre la importancia que tiene responder con la verdad a niños y niñas, sin prejuicios y con mucha paciencia, entendiendo así que las respuestas para ellos son de vital importancia, pues explican la realidad y facilitan su concepción e interpretación del mundo que les rodea.
Si se les responde con mentiras, para el niño esa será la verdad, si se les dice “ya no preguntes” aprenderá que no debe preguntar acerca de lo que ve, oye o siente, y que debe aceptar las cosas como son, sin explicaciones; y en su vida, ante cualquier situación que se le presente, actuará de la misma manera.
Ahora bien, los niños van armando su concepto del mundo, desarrollan su confianza para preguntar y enriquecen su conocimiento, es necesario entonces tomar conciencia de la importancia que tiene contestar a nuestros niños cuando preguntan.
En la adolescencia usualmente se presentan problemas de comunicación, probablemente en su infancia no recibieron las respuestas adecuadas a sus preguntas, los padres en esta etapa exigen que los hijos les den respuestas, cuando aprendieron que no es necesario contestar, que se puede responder con una mentira, o con frases tales como “porque si” o “no preguntes”.
Los niños indudablemente son inteligentes y en ocasiones su comprensión está por encima de nuestra capacidad de respuesta como adultos. Esto me invita a pensar ¿Qué pasa si no se la respuesta?, creo que no se necesita de mucha sabiduría, ni ser erudito para poder reconocer que no se sabe la respuesta y simplemente decirle al niño que “no sé y vamos a buscar juntos la respuesta”.
Otro error que he observado en los adultos es que responden algo totalmente contrario o diferente a la pregunta que se les hizo, los niños se dan cuanta y les provoca una terrible confusión y no saben la verdad.
En los primeros años de vida se va formando la personalidad de los niños, los padres/madres y adultos contribuimos en su formación, les invito a ser consientes de esta responsabilidad no olvidemos que estos niños son el futuro de nuestra y sociedad.
Escrito por: Sophia Oufali de Rayek
Psicoterapeuta.
sophiarayek@hotmail.com