En años recientes parece ser que hemos adquirido mayor consciencia sobre la importancia de cuidar el ambiente, incluso se podría decir que “está de moda”, buscar ese retorno a lo natural.
Durante muchos años el ser humano se sintió dueño de la naturaleza, con el derecho de hacer lo que le viniera en gana sin consecuencias. Pero ha llegado el punto en que la naturaleza se rebela; en su necesidad de recuperar el balance del mundo hay desastres naturales y cambios climáticos bruscos, cada vez con mayor frecuencia; el hombre comienza a entender el verdadero impacto de sus decisiones en la naturaleza.
En lugar de intentar adaptar la naturaleza a los intereses y beneficios del hombre, ha llegado el tiempo de regresar a la naturaleza un poco de lo que nos ha dado y tratar de convivir en armonía con el medio ambiente.
Los pequeños cambios cotidianos son el primer paso que debemos dar: el reciclaje, el cuidado del agua y el ahorro de energía. Plantar un árbol –o dos o tres–, hacer composta, no tirar basura en las calles, hacer compras de forma responsable –comprar solo lo que necesitamos, revisar etiquetas, elegir productos con empaques retornables o de empaque sencillo que no generen mucha basura, comprar productos biodegradables–, generar consciencia en nuestra comunidad. Aprender que nuestras acciones tienen impacto en nuestro entorno y entender que formamos parte de un todo; que destruir nuestro entorno es destruirnos nosotros mismos.
Hacer este compromiso con la naturaleza también tiene beneficios para nuestra salud. Ayuda a regular los niveles de glucosa en la sangre, combate el estrés y disminuye nuestros impulsos de agresión, brinda confianza y nos hace más proclives a ayudar a los demás. En la medida que busquemos la armonía con la naturaleza, podemos encontrar un nuevo equilibrio con nosotros mismos.
Escrito por: Elena Pedrozo