Jugar es parte de la naturaleza humana, es algo que los niños traen de forma natural. Parte de lo que caracteriza a un niño es el deseo y la necesidad de jugar todo el tiempo. Para muchas personas jugar es algo propio de ser niños, pero no sólo los niños juegan. Existe la creencia errónea de que al crecer y madurar, el juego debe dejarse de lado, pues es “cosa de niños”. Pero jugar no es exclusivo de los niños, el juego es saludable y benéfico en cualquier etapa de nuestra vida.
El juego no es sólo una actividad de esparcimiento, no es tiempo perdido como algunos podrían pensar. Jugar es una de las mejores herramientas que tiene el niño (y también el adulto) para conocer el mundo, relacionarse, aprender y desarrollarse.
¿Qué es el juego?
El juego es algo inherente al ser humano, pero es algo tan familiar que a veces resulta difícil explicarlo. Podemos definir como juego toda aquella actividad que tiene como objetivo la diversión, el disfrute, la alegría y el entretenimiento. Lo cual nos deja con posibilidades muy amplias y por ende, una variedad ilimitada de formas de jugar: juegos individuales, grupales, al aire libre o en espacios cerrados. Juegos para ejercitar el cuerpo o para ejercitar la mente. De competencia o por simple esparcimiento.
El juego está presente en todas las culturas. Es una actividad voluntaria, libre, que no busca una recompensa y un factor socializador, pero ante todo, es una actividad para disfrute de quien la realiza.
Beneficios del juego en los niños
Ya hemos mencionado que el juego es una de las principales herramientas de aprendizaje que tienen los niños, pero no sólo sirve para eso. El juego tiene múltiples beneficios en el niño, entre ellos:
- Favorece la psicomotricidad de los pequeños.
- Ayuda a desarrollar su imaginación y su inteligencia.
- Desarrolla su curiosidad
- Mejora el desarrollo del lenguaje
- Estimula la capacidad de concentración
- Les ayuda a socializar.
- Favorece la cooperación, la empatía y la participación en el grupo.
- Fomenta su personalidad e individualidad, ayudándolo a tener autoconfianza y un sentido de independencia
- Le permite afirmarse
Así mismo, podemos encontrar en el juego un excelente indicador del bienestar del niño. Si quieres saber si tu hijo se siente enfermo o deprimido, no es necesario que le hagas estudios, sólo con ver su disposición y deseo de jugar puedes darte cuenta si se siente bien. Un niño que juega, es un niño sano física y emocionalmente.
Beneficios del juego en los adolescentes y los adultos
Aunque nosotros crezcamos, los beneficios del juego no se detienen. La perspectiva del juego cambia, pero los beneficios que podemos obtener de él siguen teniendo vigencia mientras que otros se suman.
Por ejemplo, en la adolescencia el factor se socialización del juego cobra gran relevancia. Así mismo, es en esta etapa donde se consolidan las habilidades de negociación, trabajo en equipo, cooperación y liderazgo.
Otros beneficios del juego para los “no tan niños” son:
- Mantenernos jóvenes y saludables
- Mejorar nuestras relaciones
- Favorecer nuestra capacidad de innovación
- Generar optimismo y vitalidad
- Impulsar el sistema inmunológico
- Estimular la empatía
- Favorecer un sentido de pertenencia
- Mejorar nuestra actitud hacia el trabajo, la familia y, en general, hacia la vida
Así que ya lo sabes, el juego es una necesidad no sólo para los niños, sino para todos los seres humanos. Es una forma de desarrollarnos y ser más felices. Disfruta y juega con tus hijos y/o con tus amigos. Saca ese niño que llevas dentro y permite que salga un rato a jugar.
Escrito por: Elena Pedrozo