Todo mundo busca sentirse parte de un grupo, es parte de la naturaleza humana. Sin embargo, hay dos formas en las que podemos apelar a esto: a través de quiénes somos y la aceptación de ello por parte de los otros, o buscando encajar en un perfil aprobado por el grupo para que seamos parte de ellos. Es necesario saber si lo que estamos buscando es aceptación o aprobación.
Cuando buscamos aprobación, es como si estuviéramos poniéndonos a prueba, tratando de cubrir un requisito y recibir un dictamen. Lo más seguro es que no seremos auténticos, pues lo que buscamos es una respuesta positiva. Creemos que necesitamos hacer algo para recibir afecto, frases condicionales repetidas en la infancia como “así no te van a querer” generan esa ansiedad por complacer a los otros y buscamos la aprobación.
Hay personas que son adictas a buscar la aprobación y son sumamente sensibles al rechazo. Fundan su valor en aquello que pueden ofrecer a los otros y no en ellos mismos. Para ellos es más importante la opinión de los otros que la propia. Es una forma de ser muy desgastante, pues nunca se hallará una verdadera satisfacción ya que nada parece suficiente y siempre queda un vacío.
En cambio, cuando se trata de aceptación, lo más importante no es lo que nosotros hacemos para merecer estar en el grupo, es ser tal cual somos y entender que hay factores ajenos que no podemos controlar, como la química con las personas.
Buscar la aceptación parte de aceptarnos nosotros mismos, de conocernos, descubrir nuestras virtudes y defectos, ser conscientes del yo, de lo que podemos cambiar y lo que debemos aceptar. Si somos capaces de aceptarnos y ser auténticos, estamos más cerca de ser verdaderamente aceptados. Sin mencionar que seremos capaces de lidiar mejor con el rechazo.
En cualquier tipo de relación –pareja, amigos, familia– vale más la pena ser aceptados por quienes somos, a pesar de las diferencias que puedan surgir por expresar nuestro verdadero yo. El rechazo siempre es una posibilidad que podemos enfrentar, pero nos sentiremos más satisfechos al ser aceptados por quienes somos, que al estar en la constante búsqueda de ser aprobados; no vaya a ser que nos excluyan del grupo.
Y es que la aceptación no se trata de cambiar para encajar, sino de encontrar el grupo en el que sin importar nuestras virtudes o defectos, hallamos un terreno común en el que sentimos que realmente formamos parte de algo.
Escrito por: Elena Pedrozo