Todos queremos ser mejores en lo que hacemos, queremos esforzarnos por alcanzar metas, retarnos a llegar más lejos, queremos superarnos. ¿Qué hay de malo con eso? Nada en realidad. Pero si nuestras metas a alcanzar están situadas en un ideal de perfección, tenemos un problema. El perfeccionismo es un mal que se ha extendido en nuestra sociedad actual y es engañoso, porque aunque en apariencia sólo se trata de querer mejorar, es una conducta dañina para nuestra autoestima y nuestra capacidad de lidiar con el mundo.
Las personas perfeccionistas tienen con frecuencia la sensación de que lo que hacen nunca es suficiente, tienen miedo al fracaso, dudan ante cada decisión y se sabotean continuamente, pues saben – aunque no lo admitan – que alcanzar la perfección será imposible, por lo que evitan hacer las cosas. Se sienten insatisfechas, constantemente ansiosas y pueden caer en depresión. Son propensos a la culpa y les cuesta trabajo decir que no.
Pero ¿qué hay detrás de esta búsqueda de la perfección? ¿Qué lleva a una persona a establecerse metas que sabe que no podrá alcanzar?
Las personas que padecen de perfeccionismo – pues es una afección – son personas que suelen tener una baja autoestima, necesitan demostrar y demostrarse, que son capaces de hacer las cosas. Por lo general tiene que ver con ideas aprendidas en la infancia, generalmente por padres sumamente exigentes que han aprendido que serán valorados por sus logros.
Están llenos de reglas estrictas sobre como “deberían” ser las cosas, para ellos es todo o nada. El perfeccionismo suele asociarse – aunque no en todos los casos es así – al Trastorno Obsesivo Compulsivo, necesitan revisar hasta el más mínimo detalle. Otra característica es su gran necesidad de sentir que tienen el control, pues les aterra la posibilidad de que las cosas no salgan de acuerdo a sus expectativas.
Lo difícil de todo esto es que resulta casi imposible admitir que se tiene un problema, muchos ven su perfeccionismo como un rasgo positivo. Y es que muchas de las características de los perfeccionistas ciertamente son cualidades que se necesitan para lograr el éxito, pero el problema radica en que se lleva al extremo y eso dificulta su capacidad de lidiar con el mundo. Les afecta mucho la crítica y debido a su necesidad de “sobre pensar” también son propensos a la depresión y no se sienten a gusto consigo mismos. Centran su valor en lo que hacen y no en sus propias cualidades.
Antes que nada, el perfeccionista debe entender la diferencia entre perfección y excelencia. Hacer las cosas lo mejor posible está bien, pero desgastarse en la búsqueda de un ideal inalcanzable, es dañino, pues sencillamente se están buscando cosas irreales e imposibles de lograr Tener una visión realista sobre nuestras habilidades, defectos y expectativas, así como aceptar quienes somos en realidad y no la versión idealizada de nosotros, es una mejores formas para ser más felices.
Escrito por: Elena Pedrozo