Cada día al despertar te enfrentas con la rutina de tu vida, las facturas pendientes de pago, los clientes que no responden a tiempo, los conflictos con tu pareja que no te escucha, tu jefe que te demanda muchas cosas, los niños que no obedecen. Apenas abres los ojos el estrés se aparece frente a ti con un mensaje de buenos días, para el segundo paso que has dado dentro de tus pantuflas, ya estás lista para saltar a la cama otra vez, para dormir y entrar en la paz, que el caos de estar despierta no te acerca para nada.
Así día tras día, y las consecuencias la comienzas a notar en tu rendimiento profesional, en la fatiga que se cuela en tus clases fitness, tu vientre se inflama, comes menos, pero te sientes muy llena, la piel se pone seca, el cabello cae, te irritas por muchas cosas que incluso te das cuenta son insignificante, y cada vez está más cansada.
¿Cuánto tiempo más seguirás así? ¿Por qué crees que te ocurre?
Seguramente piensas que todos los que viven en tu vida son culpables de lo que te sucede, porque no te prestan atención, porque no te hacen caso, porque te exigen de demasiado, porque no te valoran, porque no te escuchan, porque no te pagan lo que te deben, porque no se ponen en tu lugar, porque no saben hacer las cosas solos, porque no te aman como dicen, porque se aprovechan de ti, …porque, porque, porque, porque… interminable lista de porques… es decir de explicaciones que justifican “el malestar que sientes”, te basas en hechos, no sólo en ideas, y adviertes que tienes razón, pero eso ¿te beneficia de alguna manera? ¿tener razón te permite vivir mejor la jornada? ¿saber que los demás son los culpables de tu infelicidad la reduce?
Por supuesto que no, por el contrario la agranda. Cuando vives creyendo que los demás pueden modificar tu vida para bien o para mal, es cuando comienzas a cometer los más grandes errores de tu vida. No lo haces a conciencia, pero te compras el papel de “insuficiente” o “de indispensable” y en lugar de jugar las fichas de tu tablero, juegas las de los otros y las tuyas, y las de muchos más. Y al final del partido te sientes decepcionada. Claro, si es que tu le das el poder de que los demás te eleven al cielo o arrastren al infierno. Si tu pareja se olvida del aniversario, enciendes un mecha de enojo espectacular, porque no comprender como puede ser que se olvide de todo si tu haces cien veces más cosas; y bla, bla,bla.
Lo que no entiendes es que todos los que están en tu vida, con sus “admirables defectos,”están porque los convocas con tus pensamientos acerca de ellos. Cuando piensas que tu pareja no se acordará de eso tan importante, o tus hijos no harán esto o aquello, o tu jefe es un infeliz que no sirve para nada; como por arte magia sucede, pero la magia la haces con los pensamientos que tienes, piensas en demonios, y creas demonios.
¿Qué pasaría si te atreves a dibujar ángeles? Y esto no implica que la gente no tenga fallas, sino que no las veas, o que mejor aún no las sientas como un complot hacia ti.
Si pudieras observar que cuando encontrar paz a través de las palabras que piensas, creas ese mundo, los mismos que hoy quizás te generan algún dolor, te enseñarían alguna valiosa lección.
Siempre hemos dado la vuelta a nuestra vida cuando lo que empezó por una decepción terminó siendo el mejor regalo del universo. La idea es que dejes de juzgar con tanta adjetivación tóxica a los demás y en especial a ti; para que lo que se manifieste en el mundo de los pensamientos se cree en el plano de las formas como momentos de tranquilidad y reflexión.
Mañana al despertar da las gracias por estar viva, y por todas las bendiciones que tienes, incluso por las facturas que debes pagar, que si están ahí es porque el universo tiene destinado el cheque para que pagues a tiempo tus cosas. Nunca debes olvidar que cada día es una oportunidad para aprender y que si eliges pintar ángeles en tu camino, el milagro de corregir tu mirada abrirá paraísos por dónde andes.
Chuchi Gonzalez
wwww.chuchigonzalez.com
Terapeuta Holística- Biomagnetista- Coach – Escritora