Escrito por Maite Zudaire
El agua debe ser la bebida de elección para ofrecerles a los niños en cualquier momento. Pero muchas veces el escaso o nulo sabor de ésta hace que no sea apreciada por ellos, y prefieren zumos y refrescos en su lugar. El sabor y la diversidad de las bebidas son dos factores que favorecen la ingesta de líquidos, y ayudan a mejorar el estado de hidratación. Por ello se ha de pensar en bebidas naturales para calmar la sed de los niños y que las puedan tomar sin preocupación en cualquier momento.
Ni las bebidas refrescantes, con o sin gas, ni los jugos de frutas se han de convertir en sustitutos del agua, dado que el consumo de bebidas azucaradas entre horas es un hábito insano que puede propiciar la caries y la obesidad entre los más pequeños. Los jugos naturales se pueden diluir en agua con el fin de darle un sabor diferente según el tipo de fruta escogida. Los jugos frescos de sandía y naranja, piña y sandía, frambuesa y cerezas o ciruela con fresas son una oportunidad para aprovecharse de las virtudes nutritivas y el sabor de las frutas de temporada. Los polos a base de agua y zumo como el de fresa o el de limón gustará a los niños ya que pueden ayudar a prepararlos. Los granizados les pueden resultar igual de refrescantes y el recetario de EROSKI CONSUMER incluye propuestas como el toque ácido del granizado de piña a la canela, el dulce del de sandía y limón o el original de melocotón y lima-limón.
Las sopas son otro modo de tomar más líquidos con sabor, y en el verano se puede optar por ofrecer a los niños sopas frías como la de apio y manzana, yogur con pepino o un gazpacho recién hecho y servido bien fresco.