Familia

Cuadro de honor

ganadores

 

Publicado por: Merlina Meiler

Ciertos adultos tienden a presionar a los niños para que sean los mejores en todo lo que hacen, en especial, en la escuela y en sus prácticas deportivas. Semejante sobreexigencia suele traer aparejados efectos secundarios no deseados…

 

Cuando era una niña, mi padre quería que figurara siempre en el Cuadro de honor. Cualquier nota que no fuera un 10 no estaba bien vista por él. Recuerdo que me sentía demasiado presionada, ya que sacarme un 8 o un 9 no era suficiente y era considerado un fracaso. No disfrutaba a pleno mi vida escolar, estaba siempre pendiente de los resultados –que por lo general no conformaban- y, con los años, me quedó una sensación de nunca iba a llegar a alcanzar objetivos establecidos. De lograrlos, sentía que algo faltaba o que no había hecho todo bien. Me llevó años y un gran trabajo interno deshacerme de estas sensaciones, valorar la intención positiva que tenía mi padre y conectarme con mis recursos internos genuinos y con lo que yo realmente quería hacer y ser.

 

Con el tiempo entendí que una nota baja (o no tan alta) no es una catástrofe, sino una dificultad a afrontar (como tantas que encontraremos en nuestro futuro). Hoy en día, veo a muchos adultos que sobreexigen a sus hijos en la escuela, en el deporte o en la actividad extra que practican, buscando que sean los más exitosos. También fomentan una competitividad exacerbada en relación con otros niños y los comparan permanentemente (¿ves que Ricardito siempre hace esto mejor que tú?). Otros los mantienen hiperocupados constantemente (con cursos varios) y no les dejan tiempo libre, necesario para jugar o para descansar. Ambas posturas  suelen dar resultados contraproducentes que pueden llegar a generar enfermedades o trastornos de aprendizaje o de conducta (ansiedad, depresión, etc.).

Razones

Hay adultos que por situaciones familiares o por problemas económicos no pudieron acceder a lo que hoy les brindan a sus niños y por eso esperan el máximo rendimiento. Otros adultos incluso buscan que sus hijos sobresalgan en algo que a ellos les quedó pendiente o en lo mismo que ellos hacen (si soy buen abogado, ¡mi hijo debe serlo, también!). Primero, es conveniente que los padres solucionen sus problemas intrapersonales sin resolver, en vez de hacer partícipes a los más pequeños y no permitirles ser quienes realmente son y desarrollar su propio potencial.

Los hijos son personas independientes de sus padres, con sus propios gustos, talentos y deseos personales. Querer que nuestros niños crezcan a nuestra imagen y semejanza y sobreexigirlos para que se amolden a nuestro ideal de lo que debería ser (nuestro propio “cuadro de honor”) los pone en un lugar muy difícil de sobrellevar y no estimula un crecimiento en términos beneficiosos. ¿Los vamos a querer más porque sean abanderados? O reformularé mi pregunta: ¿los vamos a querer menos porque no lo sean?

Es lógico querer que un hijo o una hija se destaquen y nos hagan sentir orgullosos. También es muy válido querer que ellos estudien y aprendan lo más posible en la escuela. Pero no existen los hijos perfectos, así como tampoco hay padres perfectos. Detectar sus necesidades, sus capacidades y sus deseos contribuirá enormemente a criar futuros adultos felices, plenos y realizados.

¿Hay casos de sobreexigencia en tu entorno?

 

http://www.mejoraemocional.com/general/cuadro-de-honor/?utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=Feed%3A+MejoraEmocional+%28Mejora+Emocional%29

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

*