Escrito por: Evangelina Jiménez O.
El pasar de los días es cruel, sólo anda sin preocuparse por nada a su paso, manifiesta con egoísmo la ausencia de horas, de días y lo peor, de años, se lleva lo más preciado que tenemos, lo sacude y solamente trapea los restos con recuerdos.
Se manifiesta a tu favor o en tu contra, solamente podemos escoger la forma de dejarlo entrar, porque no hay nada que pueda detenerlo, ni mil soldados armados, ni el amor eterno, ni el tiempo mismo.
De nosotros depende si mirarlo pasar altivo y sereno o bien marcarle los caminos por los que irremediablemente desfilará. No hay forma de domarlo, no es accesible a las palabras y aunque se preste a la discusión seguirá pasando.
La consecuencia es clara y permanente como él mismo, solo sabemos que ahí está y no se irá aunque tú sí lo hagas. Es la única herencia certera, irrefutable a la muerte y proporcional a la vida.
Se desinteresa por lo trivial y también por lo importante, nos desaira cada segundo, nos entrega lo mejor en pocos minutos y lo quita en un suspiro. No hay fórmula existente de su creación pero jamás dejará el espacio.
Soñamos con dejar una pequeña huella en él dentro de las miles que ya carga en su espalda, sabemos que es casi imposible pero a pesar de eso lo intentamos todos los días, viviendo.
A pesar de su pronta travesía, nos las ingeniamos para detenerlo porque aunque en lo propio del significado no lo hagamos, soñamos con que lo hemos logrado y atesoramos sus pasos en cajitas cuadradas de texturas irreales, así lo hacemos nuestro.
Su dualidad nos sorprende, a veces lo odiamos y otras lo pedimos a gritos, nos deja con las armas descargadas y a pesar de eso disparamos al aire dirigiendo el estruendo hacia nuestros sueños que jamás morirán en nuestro tiempo.
Así, queremos compartir ese tiempo con otro que también lo atesora y entonces empezamos una necia lucha del lapso contra el ciclo personal. Es verdad, no puedo atajarlo, ni tú, es algo incontenible pero indudable.
Me resigno, me declaro incompetente para poder amurallarlo, pasará, se irá, pero a pesar de lo evidente quiero seguir ambicionándolo contigo y ante mi sumisión temporal, propongo que construyamos con tiempo una barricada del curso en éste espacio juntos y dejemos que lo demás haga lo que se le de la gana, incluso el mismo tiempo.