Los primeros años de vida del bebé son importantes porque en este periodo se adquieren los hábitos alimentarios del futuro y se sientan las bases de sus preferencias y actitudes futuras.
El aumento de la obesidad en edad infantil y juvenil está adquiriendo dimensiones que merecen una especial atención. Este gran aumento se debe a los cambios en el estilo de vida; cada vez hay un mayor sedentarismo de los niños, además de un aumento de las dietas desequilibradas.
Si inculcamos al bebé unos buenos hábitos alimentarios desde el inicio, le ayudaremos a tener un mejor estado de salud en el futuro y a prevenir enfermedades relacionadas con la alimentación poco equilibrada como la obesidad, diabetes, hipertensión, etc.
Los expertos en nutrición infantil hacen una serie de recomendaciones que tienen como fin establecer unos hábitos alimentarios saludables para que el bebé crezca sano:
1. Mejor poca cantidad de sal
Los bebés necesitan menos sal que los adultos y además no rechazan los sabores sosos porque su paladar todavía no tiene unas preferencias establecidas. Por tanto, es bueno que los purés que tome el bebé, caseros o ya preparados, tengan muy poca sal para no acostumbrarle a un nivel de sal elevado que luego pueda condicionar su dieta y salud adulta.
2. Controlar la cantidad de proteínas
Estudios recientes indican que consumir demasiada cantidad de alimentos proteicos (carnes, pescados y huevos) en etapas tempranas de la vida aumenta el riesgo de padecer obesidad. Por ello, es bueno controlar la cantidad de proteínas de la dieta de los más pequeños, para proporcionarles la cantidad justa y adecuada.
En el caso de los lactantes, es importante que las leches infantiles que tomen, tengan un contenido de proteínas bajo y que aseguren al mismo tiempo una buena calidad biológica.
3. Escoger grasas de buena calidad
El bebé necesita proporcionalmente mayor cantidad de grasas que el adulto, pero éstas deben de ser de buena calidad. Es mejor elaborar los purés con aceites vegetales, como el aceite de oliva o el de girasol.
4. Tomar suficiente cantidad de frutas y verduras
Las frutas y verduras forman parte de una dieta variada y equilibrada. Aportan vitaminas y elementos minerales imprescindibles para esta etapa de fuerte crecimiento. Además son fuente de fibra, que facilita el tránsito intestinal. Se recomienda el consumo de frutas al menos dos veces al día y de verduras al menos una vez al día, aunque lo ideal sería tres frutas y dos raciones de verdura y/o ensalada cada día.
5. Educar el paladar a sabores suaves
Desde el punto de vista nutricional, no es necesario añadir azúcar a los alimentos de los bebés porque los azúcares naturalmente presentes en los alimentos ya cubren sus necesidades.
Así, el bebé se acostumbrará desde el inicio a sabores más naturales y le ayudaremos a prevenir la caries dental, una futura obesidad y otras enfermedades relacionadas.
Fuente: Club Parenting
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