Hoy les propongo un viaje en la comunicación. Un viaje fantástico que pocas veces realizamos y para el que no utilizamos nuestros zapatos, sino los zapatos del otro. Un viaje hacia quien se está comunicando con nosotros: Ponernos en el lugar del otro ¿Qué significa?
¿Se pone usted alguna vez en el lugar de la persona que se comunica con usted? Se preguntará ¿para qué? Le invito a preguntarse: ¿usted siente que los demás la comprenden? ¿Siente que alguna persona no lo hace? ¿En qué circunstancias?
¿Le pasó alguna vez entrar en una discusión con otra persona y que esta “pelea” quede estancada porque ni una, ni otra salen de los mismos argumentos?
¿Le ocurrió alguna vez que habló y habló para explicarle a otra lo que le pasaba y no logró sentirse comprendida? ¿Le plantean a usted a menudo “Contigo no se puede hablar o tú no me entiendes?
Esto es muy frecuente entre los seres humanos. Y lo es en diferentes ámbitos. No sólo en el familiar. Ocurre en organizaciones tales como empresas, o entre maestros y alumnos, etc; ocurre también entre gobernantes y naciones.
Generalmente cuando esto ocurre, miramos hacia los demás: “El otro no me entiende, ella es la cerrada, el otro es necio , etc, etc.”. Y no nos damos cuenta que la llave para abrir esa comunicación está en nosotras.
Si. En nosotras.
¿Probó alguna vez tratar de ver la forma que ve el otro?¿Trató de ponerse en sus zapatos, de “caminar un poco con sus zapatos”?
Para lograr una buena comunicación con los demás es importante saber cómo está viendo la otra persona las cosas, ver cuáles son las interpretaciones, cuáles son sus motivaciones, cuál es su punto de vista y algo que es más que importante y pocas veces lo hacemos, observar cuál es su estado de ánimo, cuáles son sus emociones, ver qué está sintiendo.
Esto no sólo es en pos de una buena comunicación, sino que también lo es para resolver los conflictos que se plantean con los demás. ¿Por qué se logra con esto una buena comunicación? Porque procurar comprender al otro es una base fundamental de respeto y reconocimiento del otro, como alguien diferente, distinto a mí, con su propia forma del ver el mundo. ¿Qué quiero decir con esto? Puedo no compartir lo que la otra persona piensa, pero tiene derecho a pensar como piensa. Aunque a mi no me guste, aunque no lo comparta.
Si me quiero comunicar con otra persona, y lograr con ella una buena relación, no puedo pretender ni imponerle mi propio punto de vista, ni dejar de reconocer que puede tener un punto de vista diferente al mío. Eso es respetar su integridad, su dignidad, su derecho como ser humano.
La pregunta sería: ¿Qué es importante para la otra persona? ¿Qué cosa no lo es? Lo que puede ser importante para el otro, quizás no lo sea para mí. Esa diferencia puede hacer que no logremos entendernos, o no logremos comprender por qué algo toma tanta dimensión en una conversación, y detona tantas emociones, como el enojo, la tristeza, la rabia! Le suena alguna discusión entre parejas diciendo “¡Te olvidaste de nuestro aniversario!” Quizás para uno de los dos es importante recordar las fechas y para el otro no. Y nada tiene que ver eso con el amor.
Otra pregunta es ¿Si estuviéramos un ratito en su lugar, cómo veríamos las cosas? Si podemos, en ese análisis debemos incluir su forma de ver habitualmente, su historia, y mejor aún si conocemos sus emociones, sus sentimientos, sus estados de ánimo? ¿Conocemos sus miedos? ¿Qué le enoja? ¿Qué le deprime? ¿Podemos comprender su emoción? Y si no conocemos todo esto ¿Podemos mantener una conversación para preguntarle y acercarnos a comprender al otro?
Cuando la otra persona se siente escuchada, atendida, comprendida, tiene una apertura mayor a la comunicación, se predispone diferente, cambia su emoción, deja de defenderse si se siente atacada, se siente segura. Se promueve una apertura para que ella también escuche (Nos escuche, nos comprenda).Se produce un verdadero intercambio donde ambos tratamos de comprendernos y escucharnos. Y esto construye respeto, cimiento para la relación.
Es un tema muy amplio y tienen muchísimas aristas, como decimos siempre. Por ejemplo:
Sirve para reducir los conflictos
Para lograr empatía, una mayor comprensión del otro
Para no dar por sentado lo que piensa
Para no dar por obvios sus sentimientos
Para reconocer sus emociones y estados de ánimo
Para ayudar a ver los diferentes puntos de vista que puede tener una misma situación
Para desestancar un conflicto
Puede abrir conversaciones que antes no hubiésemos podido realizar
Para lograr mejores resultados en una organización
Puede ayudar a mejorar las relaciones
Si hablamos de ventas, sirve para comprender mejor al cliente y realizar una venta en la que se sienta satisfecho. Si es en una empresa con sus empleados, sirve para lograr una mejor relación de trabajo, donde el empleado se siente contenido y no un “engranaje” de una máquina.
Sirve, por sobre todo, para comprender que todos somos diferentes, y que allí radica la maravilla del ser humano y la vida, y que en la diferencia podemos coexistir, construir juntos y emprender caminos compartidos para recorrer, sabiendo que en alguna parte nos podemos prestar los zapatos e intercambiarlos por un rato, para que ambos podamos ver que el mundo es mucho más grande de lo que lo estamos viendo.
Escrito por: Laura Barrera
Fuente: Comunicándonos mejor