El deseo es un impulso que hace que nos comportarnos de una manera cuando nos sentimos sexualmente excitados. No es algo estático y por tanto va cambiando con el paso del tiempo. Existen muchos motivos por los cuales se puede perder el deseo sexual, puede deberse a un problema físico o psicológico o una combinación de los dos.
Algunas causas físicas que pueden dar como resultado la perdida del apetito sexual son las intervenciones quirúrgicas, desarreglos hormonales y ciertas enfermedades como la diabetes, cardiopatías, esclerosis múltiple, enfermedad de Parkinson y la depresión.
Otros factores que pueden afectar al deseo sexual son cambios en los métodos anticonceptivos, cansancio, estrés, cambios de humor (como la ansiedad), obesidad o una mala imagen del propio cuerpo, la relación con la pareja, episodios sexuales traumáticos en el pasado y el consumo excesivo de bebidas alcohólicas y drogas.
La falta de tiempo y oportunidad para la intimidad también pueden provocar una perdida del deseo sexual. También se puede deber a algo tan simple como el aburrimiento y el exceso conocimiento de la rutina sexual o algo en la pareja que produce rechazo (el olor corporal, el no afeitarse o incluso que tenga las uñas sucias).
Toda mujer tiene una serie de circunstancias únicas que le pueden hacer perder el deseo sexual y de la misma forma el tratamiento también debe ser individual y pensado expresamente para cada mujer y sus necesidades.
No existe ningún tratamiento que sea valido y efectivo para todas las mujeres, por tanto un buen conocimiento de la naturaleza exacta del problema es fundamental para poder tratar a cada mujer. Si estás en una relación y tienes pareja puede ser una buena idea que la pareja acuda también a las sesiones de terapia. Siempre que sea posible el tratamiento debe incluir a la pareja.
Esto hará que te sientas apoyada y te ayudará a comprender que no lo estás haciendo todo tu sola. Si no tienes pareja podrás igualmente seguir el tratamiento sola.
Escrito por: César Ayala