El viernes pasado falleció una mujer cuya cualidad más admirable era el valor de decir lo que pensaba, aunque fuera en contra de las ideas políticas del Presidente de su nación, quien además era su esposo.
Betty Ford, viuda del ex mandatario estadounidense Gerald Ford, se convirtió en primera dama casi por accidente, pues su esposo obtuvo la presidencia al renunciar Richard Nixon tras el escándalo del Watergate. Sin embargo, Betty tomó su papel y cumplió con él admirablemente.
Durante su gestión, Ford defendió los derechos de las mujeres, se pronunció partidaria del aborto y fundó una clínica de rehabilitación para adictos en California. El Daily Telegraph la describe como parte de una generación perdida del partido Republicano.
Si algo caracterizó a la señora Ford fue su carácter fuerte y decidido. No tenía miedo de hablar abiertamente de temas que en aquel tiempo eran motivo de censura como el uso de drogas y el sexo premarital. Ella llegaba a opacar a su marido, política y socialmente, de vez en cuando por sus opiniones, que en algunas ocasiones provocaban revuelo.
También fue una de las primeras mujeres que habló sin censura del cáncer de mama, y además creo una conciencia sin precedentes del problema, sentando las bases para una política de salud pública e investigación sobre la enfermedad.
Sin duda una Primera Dama cuya personalidad y acciones dejaron una invaluable herencia a los norteamericanos y al mundo. Descanse en paz, Betty Ford.
Escrito por: Confesiones de Sofía
