Las decisiones y acciones que tomamos día a día pueden afectar no sólo nuestro futuro, sino el de nuestros hijos y nietos. De igual forma, aquello que hicieron o vivieron nuestros antepasados nos ha marcado de forma inconsciente, nuestro pasado determina el presente, o al menos algunos aspectos a seguir.
Las enfermedades se repiten a lo largo del tiempo en las familias, en parte por la predisposición genética existente, pero también se repiten hábitos y creencias que pueden provocar su aparición. El temor a una enfermedad padecida por un familiar puede ser una imagen constante en nuestra mente, que al grabarse en nuestro cerebro, puede provocar que efectivamente nos enfermemos.
No a todos nos afecta por igual un secreto en el pasado. Está el caso de una chica que no podía tener relaciones sexuales con nadie. ¿Tenía un problema biológico o había algo en su pasado? En este caso específico, sucedió que el abuelo había muerto al lado de su amante de una manera desafortunada; había sido enterrado en el hielo bajo una avalancha. La nieta, pequeña, no supo o no pudo digerir tal “secreto” y ello la llevó a rechazar toda manifestación de amor.
Consecuencias
No siempre sabemos qué hacer ante una circunstancia traumática o dolorosa. A veces el silencio parece el mejor consejero. Otras veces sucede que los acontecimientos mal digeridos tienen repercusiones hasta en la tercera generación. En todo caso actuamos como resultado de algo que sucedió muchos años atrás. Entenderlo es quizá la mejor manera de comprender nuestro presente y prevenir acciones dolorosas.
Escrito por: Revista SuperMujer