Dicen que la creatividad es el gen del genio y del talento, el que determina que haya Einsteins, Edisons, Leonardos, Quevedos o Steves Jobs, y que todos los niños nacen con él. Entonces, ¿por qué despuntan tan pocos de mayores?
Sir Ken Robinson, uno de los mayores expertos internacionales en el desarrollo de la creatividad y la innovación tiene muy claro por qué dejamos de ser creativos al crecer: “Los niños arriesgan, improvisan, no tienen miedo a equivocarse; y no es que equivocarse sea igual a creatividad, pero sí está claro que no puedes innovar si no estás dispuesto a equivocarte, y los adultos penalizamos el error, lo estigmatizamos en la escuela y en la educación, y así es como los niños se alejan de sus capacidades creativas”.
No es el único que lo cree. Cada día son más las voces que advierten que el sistema educativo, la escuela, mata la creatividad. Entre ellas la de Petra María Pérez, catedrática de Teoría de la Educación y miembro del Instituto de Creatividad e Innovaciones Educativas de la Universidad de Valencia. “Hay numerosas investigaciones que señalan que la creatividad de los niños decrece con los años de permanencia en el sistema educativo, de forma que la curiosidad y la búsqueda creativa da paso, con el tiempo, a comportamientos más rígidos, convergentes e inflexibles”, apunta. Y lo justifica: “En la escuela se enseña al niño a amoldarse a los patrones establecidos, a adoptar un pensamiento convergente en lugar de divergente; al profesor le interesa que los niños contesten lo que se espera acerca de determinados contenidos y que los estudiantes no se salgan de las rutas trazadas”.
En ello ahonda Fernando Alberca, profesor, formador de maestros y autor, entre otros libros, de Todos los niños pueden ser Einstein (Toro mítico). “Si un maestro pide a un niño que dibuje un paisaje y el crío es muy original y pinta todo de negro, el profesor le rectifica; el profesor no está preparado para ser sorprendido y, habitualmente, no le gusta ser sorprendido; el profesor quiere que las respuestas en los ejercicios y en los exámenes se ajusten a lo que dice el libro o él ha explicado, y eso limita el potencial de los niños”
Petra M. Pérez recuerda que el éxito escolar significa sacar buenas notas, y quienes las sacan son quienes se adaptan mucho al sistema educativo, quienes asimilan y repiten lo que les cuenta el profesor y siguen los patrones establecidos, arriesgando e innovando lo mínimo para no cometer errores ni hacer el ridículo. “Luego, en el ámbito profesional, se pide gente creativa, innovadora, emprendedora, que piense, que tenga ideas originales, que busque soluciones propias; y los alumnos de buenas notas no saben hacerlo porque, en la escuela, que es donde ellos eran buenos, les daban la solución que seguir y lo que primaba era hacer las cosas cómo les decían, de una única manera, sin pensar diferente”, alerta.
Alberca está convencido de que si la escuela cambiara, los estudiantes –y sus resultados serían más brillantes “porque hoy en el ámbito escolar triunfan los menos imaginativos y después vemos que muchos de los grandes profesionales a los que admiramos por su inteligencia y creatividad no sacaban buenas notas en el colegio”. Petra M. Pérez remarca que la creatividad es una destreza adquirible, que puede aprenderse y enseñarse, si bien requiere más tiempo y dedicación para esperar hasta que los niños dan con las soluciones correctas, así como apostar por la flexibilidad, la originalidad, la imaginación, el dejar experimentar, la receptividad a nuevas ideas, el fomentar la confianza… Claro que hay profesores y centros que ya trabajan con estos planteamientos.
Por: Mayte Rius
Fuente: LaVanguardia.com