La lujuria conocida como uno de los pecados capitales más poderosos, es el descontrol de la libido o bien el pensamiento e impulso incontenible por cumplir con los deseos sexuales. También se le vincula con el deseo de poseer a la persona tanto física, intelectual o emocionalmente con el objeto de sentirse amado.
Este anhelo se convierte en una fantasía que nos domina y mantiene alejados de la realidad, perdiendo la identidad sin dejarla cabida al amor.
La persona lujuriosa goza inconscientemente de estar en situaciones de riesgo, al encontrarse en ese punto no tiene el control para decir que no ya que en todo momento es gobernado por el placer a sí mismo así como de provocarlo a la persona en cuestión. Se deja guiar exclusivamente por la belleza del otro para satisfacer sus fantasías, volviéndose adicto a la persona.
La lujuria se entiende entonces como el deseo sexual desmesurado pero es indiscutible que por naturaleza somos seres humanos y una de las necesidades básicas viene siendo el sexo, según la pirámide de Maslow.
Lo importante es saber mantener un equilibrio para no caer en excesos. Es vital saber que el sexo puede conducir a la lujuria si se abusa de ello. Puede funcionar para conectarnos con nosotros mismos o todo lo contrario, ocupándonos únicamente de engrandecer el ego hasta el punto de sentirnos vacios. Un vacio que se tratará de llenar bajo la estimulación de los deseos, manteniendo al ser ocupado y en distracción constante.
Recuerda que es importante y necesario satisfacer nuestros deseos y el de la pareja, siempre y cuando no se caiga en un exceso que solo provoque falta de amor y distanciamiento.
