Cuando se empieza a consolidar una relación tiene lugar un acontecimiento inevitable: conocer a la familia de tu pareja, o sea la familia política. Es algo que no debe asustarte, pues en algunas ocasiones se puedes ser acogida como un miembro más de la misma; sin embargo, otras veces pueden surgir los roces.
Esto ocurre cuando la familia de tu pareja no te respeta a ti ni a tu relación, o tienen costumbres y pensamientos totalmente diferentes a los tuyos. En este caso, lo mejor será actuar con astucia e inteligencia, tratando de llevarte bien con ellos sin permitir que te supriman.
Lo primero es respetar sus hábitos y estilo de vida, aunque no lo compartas. Ya formas parte de este nuevo grupo y deberás estar dispuesta a integrarte, aunque esto pueda suponer un poco de esfuerzo. Así evitarás conflictos con tu pareja. Además, piensa que en adelante tendrás que hacer frente a compromisos familiares como comidas, celebraciones, etc., y será conveniente mantener una relación cordial.
Pero, esto no quiere decir que debas soportar faltas de respeto y menosprecios; si lo ves necesario, pon límites. Sin criticar y sin peleas, hablando, lo puedes considerar antes con tu pareja y entre los dos llegar a una buena solución. Si a pesar de ello la relación sigue siendo incómoda es preferible mantener cierta distancia.
La mayoría de las veces, los conflictos son por la excesiva dependencia de los hijos con los padres. Tratar de impedir una cierta unión es un error fatal, pues con eso sólo conseguirás separarle de ti.
Otro error muy común es tratar de impresionar a la familia política fingiendo ser quien no eres para llenar sus expectativas. Una clave es la aceptación, tú vas a aceptarlos a ellos como a tu pareja tal y como son, con sus virtudes y defectos, y ellos deberán hacer lo mismo contigo.