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Reciclar aluminio no es una lata

aluminioUna sencilla acción que ahorra grandes cantidades de material, energía y emisiones de gases

E

l aluminio es el metal no férreo más popular del mundo. Sectores tan diferentes como la alimentación, el transporte, la medicina, la energía o la construcción lo utilizan de forma generalizada. Se calcula que se consumen en el mundo unos 25 millones de toneladas al año. La correcta recogida y reciclaje de sus residuos puede ahorrar grandes cantidades de mineral y de energía.

El aluminio se puede reciclar de forma indefinida sin pérdida de sus propiedades y se evita que acabe abandonado o en vertederos. Los consumidores son una parte esencial en este proceso. Reciclar estos envases es fácil, y el medio ambiente y la economía salen beneficiados.
El impacto ambiental y económico de utilizar aluminio primario se puede reducir en gran medida con el reciclado. El papel de los consumidores es esencial: si el residuo recuperado está contaminado con otros materiales se dificulta el proceso de selección y preparación para su reciclado. Para evitar que acabe abandonado o depositado de forma incorrecta, las latas se pueden depositar en el contenedor amarillo, de manera que se puedan tratar de forma correcta.
El reciclaje del aluminio es muy agradecido. Se aprovecha el 100% del material y, gracias a ello, se ahorra el 95% de la energía, si se compara con la producción a partir del mineral (bauxita). La producción con aluminio reciclado genera sólo un 15% de las emisiones de gases de efecto invernadero, causantes del cambio climático.
El proceso de reciclado de latas es más sencillo que con otro tipo de residuos: no hay que eliminar otros materiales, ya que tanto la tapa como el envase son de aluminio. Además, las latas vacías se pueden aplastar sin problemas. De esta manera, ocupan muy poco volumen y son fáciles de transportar (no se rompe, no arde y no se oxida).
El aluminio reciclado no disminuye de calidad: el producto que se obtiene tiene las mismas propiedades que otro elaborado a partir del mineral original. A diferencia del papel, que sólo se puede reciclar unas pocas veces, los residuos de este material se pueden aprovechar de manera indefinida. El aluminio recuperado, una vez seleccionado y prensado, se funde y, con él, se fabrican nuevos lingotes de aluminio que se utilizan para cualquier aplicación.
Desde el punto de vista económico, el reciclado es un proceso rentable porque el aluminio es un metal valioso: las latas de bebidas usadas recogidas alcanzan un valor en el mercado de más de 0,6 euros el kilo.

Cómo es el ciclo de reciclaje del aluminio
El aluminio usado llega a las plantas de reciclado por dos canales principales. Por unEl reciclaje del aluminio es muy agradecido. Se aprovecha el 100% del material y, gracias a ello, se ahorra el 95% de la energía lado, los desechos de consumo doméstico e industrial (latas, cables, planchas litográficas, desguace de vehículos, derribos, etc.). Por otro lado, los recortes y virutas producidos durante la fabricación de productos de aluminio.
Una vez en la planta, el aluminio se separa de otros elementos que puedan contaminarlo. Tras eliminar las impurezas, el material se prensa, se embala y se envía a fundición. Desde aquí se traslada a instalaciones específicas para su refabricación. El nuevo material se utilizará para crear nuevos productos de consumo.
La duración de este ciclo depende de cada producto. Una lata de bebida puede tardar unos 45 días en dar la vuelta a este proceso, mientras que los cables eléctricos pueden tardar unos 40 años.

Ventajas y aplicaciones del aluminio
El mineral original del aluminio, la bauxita, es el tercer elemento más común de la corteza terrestre: se calcula que hay reservas para dos siglos. Los consumidores pueden encontrar este material en multitud de aplicaciones de su vida cotidiana, gracias a sus características únicas. Es muy ligero y proporciona una protección óptima: ofrece una barrera metálica impermeable a la luz, a los rayos ultra-violetas, a la corrosión, al vapor de agua, a los aceites y grasas, al oxígeno y a los microorganismos.
El sector de la alimentación lo utiliza porque es higiénico, no tóxico y no afecta al sabor de los productos. Por ello, es ya indispensable en la fabricación de latas, como papel de envolver, en la capa intermedia de los envases "tetra brick", en las tapas de los yogures, etc.
En el campo de la medicina, se emplea en equipos médicos y en algunos medicamentos, como los tratamientos de úlceras gástricas. También se utiliza para el tratamiento del agua: además de no ser tóxico, filtra las bacterias y las partículas no deseadas y, por ello, mantiene limpios los abastecimientos de agua.
En la industria del transporte, el aluminio se utiliza en especial en la construcción de aviones. En 1920 se fabricó el primer prototipo y desde entonces es un elemento indispensable en el sector aeronáutico, gracias a su resistencia, ligereza y maleabilidad.
El ferrocarril también se ha beneficiado de este material: un tren de aluminio aporta un ahorro de energía del 87% a lo largo de los 40 años de vida media, en comparación con otros trenes fabricados con elementos más pesados. Su resistencia a la corrosión y al agua del mar lo hace indispensable en cascos de barco y mecanismos acuáticos.
La industria del automóvil incluye cada vez más este elemento en sus modelos. Algunos coches deportivos, berlinas de alta gama y utilitarios ya se fabrican sólo con aluminio. Su ligereza permite reducir el peso del vehículo en un 30%: la reducción en combustible y en emisiones contaminantes es considerable.
El sector de la construcción ha aumentado el uso del aluminio en los últimos 50 años de forma importante. Este elemento se puede ver en estructuras de ventanas y puertas, y en cubiertas para grandes superficies y estadios.
Las comunicaciones y el sector energético han sustituido al cobre por el aluminio de forma progresiva desde la década de los cincuenta: es más eficiente y más económico para transportar electricidad. También se utiliza en reactores nucleares a baja temperatura porque absorbe pocos neutrones.
La industria química no está al margen de esta tendencia: una misma proporción de aluminio pesa un tercio menos que el acero. Por ello, es un material ideal para la fabricación de tubos, recipientes y aparatos muy diversos.

Escrito por: F. Eroski
Fuente: consumer.es

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