Escrito por: Adriana Barroso
La asertividad es la habilidad para expresar, correctamente, nuestros derechos, deseos y emociones. Es mi escudo contra la manipulación de los demás y mi vacuna para evitar ser un manipulador puesto que seré responsable de mi conducta, sentimientos, derechos y deseos.
-¿Qué haces con tu molestia?
-Pues me quedo con ella, me la guardo. No me gusta herir a los demás. Respondí.
Después de un largo confrontamiento, por fin me di cuenta de que mis explosiones de ira eran toda aquella bola de molestias acumuladas y no expresadas apropiadamente que finalmente me traían lo que tanto había querido evitar: herir a los demás.
Para descubrir el tesoro de la asertividad necesitamos, ante todo, una herramienta muy importante: una adecuada autoestima. Sin ella no seremos capaces de ver que nuestros derechos, deseos y emociones son importantes por temer al rechazo.
Cuando somos asertivos somos capaces de comunicar nuestros pensamientos, derechos, emociones, sin culpar, descalificar o bien agredir a los demás. Nos sentimos bien con nosotros mismos porque supimos respetarnos y darnos el lugar que merecemos sin denostar al otro. Cuando sabemos respetarnos, escucharnos, querernos es mucho más fácil que lo podamos hacer con los demás. Somos asertivos cuando podemos dar nuestra opinión sin gritar, cuando podemos pedir lo que necesitamos sin manipular, cuando podemos hablar de nuestros sentimientos sin victimizarnos y nos hacemos responsables por nuestros errores, sin dejar de ver nuestros aciertos.
La asertividad es una habilidad que se debe cultivar desde la infancia, y la mejor manera de hacerlo es con el ejemplo. Yo no puedo esperar que de la nada nazcan conductas asertivasPara descubrir el tesoro de la asertividad necesitamos, ante todo, una herramienta muy importante: una adecuada autoestima en los miembros de mi familia si le digo a mi hijo que es un cochino por llegar de la escuela y comer con las manos sucias, puesto que ya le estoy poniendo la etiqueta de “cochino” lo que agrede su autoconcepto y por ende su autoestima.
Algunas sugerencias para labrar esta habilidad son:
o Evita etiquetar a las personas: eres un holgazán, eres un desordenado, etc.
o Separa la conducta de la persona.
o Evita el “siempre” y el “nunca”. Créeme “siempre y nunca” son demasiado tiempo y demasiadas veces. Por ejemplo: “Tú nunca me haces caso cuando te hablo…”
o Evitar caer en la victimización. Por ejemplo: “Me levanté muy temprano para verte y tú ni siquiera valoras eso, no eres para llamarme…”
o Habla de tus sentimientos y deseos con responsabilidad. “Sentí mucha tristeza cuando no llamaste”, en vez de: “Me hiciste sentir muy triste cuando no llamaste”
o Habla sobre casos concretos y situaciones concretas.
o Mantén el contacto visual al hablar.
o Mantén la calma al exponer tus puntos de vista.
o Reconoce las necesidades y derechos de los demás.
o Aprende a decir “No” cuando realmente no quieras algo, de una manera cortés y firme. Cuando lo hacemos, también aceptamos el “No” que nos dan los demás con mayor facilidad.
o Escoge el momento y el lugar adecuados para hacer valer tus puntos de vista.
Si quieres ir logrando un cambio de actitud, te sugiero que te observes y al final del día hagas un recuento de tu forma de actuar ante las situaciones que se presentaron. Reflexiona si procediste agresivamente, pasivamente o asertivamente y detecta las cosas que te gustarían cambiar. Es muy importante que cuando lo hagas no te juzgues; recuerda que tú estás contigo para comprenderte, ayudarte y apoyarte en este camino.
La práctica de la asertividad, en un principio, podría parecer mecánica ya que podemos pensar mucho lo que vamos a decir y cómo lo vamos a plantear. Sin embargo, como cualquier habilidad nueva, con la práctica se va volviendo mucho más nuestra, hasta que fluye sin dificultad. ¡Ánimo!, como suelen decir por ahí. Estoy segura que muy pronto la asertividad será parte de ti, si no es que ya lo es. ¡Buena semana, y a disfrutar el MUNDIAL!!!
Escrito por: Adriana Barroso