Al platicar sobre el tema de este mes con mis amigas y amigos, me sorprendió escuchar a un hombre decir: “Lo que yo recuerdo de las agresiones de mis amigos cuando era niño, no es tanto los golpes que algún día quizá recibí, sino el dolor que me causaba el rechazo”. Me sorprendió, pues resulta que no sólo las mujeres valoran más el dolor emocional, sino que los hombres también lo consideran más importante.
Y es que en este mundo masculinizado, pareciera que la agresión sólo es física, que sólo se deriva en enojo y golpes. La realidad es que existen diversas formas de agresión, para las cuáles las mujeres somos especialistas, sobretodo las niñas y las adolescentes. Y son nuestras pequeñas en la escuela quienes en buena medida resienten la agresión no sólo en forma de enojo, sino también de celos, vergüenza, tristeza y miedo.
Cuando las niñas salen de la primaria, es importante hacerles saber que entrarán a un territorio donde las amigas —su grupo social—- son casi todo en su vida. Y que inevitablemente habrá celos, envidias y amenazas entre algunas de ellas. Hacer contacto con estas sensaciones debe ser parte de su educación pre-adolescente. Entre más pronto platiquemos con ellas sobre esas emociones y sus orígenes, más conscientes estarán de lo que sienten y lo que pueden hacer para remediarlo.
Carta a mi hija
Princesa. En la vida irás conociendo personas que se te acercan para hablarte al oído. Ya sabes, esas que dicen “Ya supiste de.. pues resulta que.. bla bla bla. Y bueno pues como soy tu amiga quería decírtelo”. Esas personitas harán lo mismo con otras supuestas amigas. Y es casi seguro que algún día algo se diga de ti, que te duela mucho. No importa cuando ni importa qué sea, ten la seguridad que yo estaré ahí para abrazarte con todo mi amor.