Resuélvelo antes que suceda: Lao Tse
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Entre tanto el primo de Julieta reta al amado de ella por haberse escabullido con anterioridad a un baile donde estaba su adorada. Romeo prefiere evadir el duelo, no así su mejor amigo quien enfrenta al primo. Romeo pierde de esta manera a su amigo y, ante tal dolor y enojo, decide responder de la misma manera ahora matando al primo de Julieta. Muertes que fueron escalando a partir de pequeños pleitos.
La daga
¿Cómo empezó todo? Difícil de saber. Lo que sí recordamos es cómo termina el pleito entre las dos familias. En tragedia. Para evitar que a Julieta la obliguen a casarse con Paris, Fray Lorenzo ofrece una pócima para caer en coma y hacer pensar a la gente que ella ha muerto, jurando avisarle a Romeo del plan. Fray Lorenzo se ve impedido de darle el mensaje. Romeo llega a la tumba de Julieta donde Paris llora su muerte. Romeo lo mata y se envenena a sí mismo. Julieta despierta, observa la escena. Toma la daga de Romeo y justo antes de introducírsela, le escuchamos decir “¡Oh, feliz daga! Este es tu filo. Corróeme entonces, y déjame morir".
La fuerza del rencor
Al final los Capuleto y los Montesco, ante el dolor común, deciden dejar atrás sus rencores. Cierto, el dolor nos une como ninguna otra circunstancia. Tres grandes guerras tuvieron que pasar para que Francia y Alemania acordaran dejar atrás sus rencillas, decidieron echar abajo sus fronteras y mejor hacer del comercio la mejor manera interactuar entre ellos. Los temblores del 85 movilizaron a una sociedad adormecida. México estaba acostumbrado a estirar la mano para que le den su limosna, ya sea de la iglesia durante el virreinato o de los gobiernos paternalistas. Pero en el 85, no esperamos a que nos dieran, el dolor nos movió a la acción y a la solidaridad. Sin pedir nada, sin esperar nada, nos arremangamos la camisa y empezamos a remover piedra a piedra para rescatar a quien estuviera con vida.
Un cerillo
Eso tienen las tragedias, unen. Pero no dejan de ser eso: tragedias. Cuánto dolor, cuánta pena se tiene que padecer antes, para que al final se acaben los pleitos. Son ciclos, comienzan por algo pequeño, se van haciendo más grandes, se pierde de vista cuál fue el origen, se engrandece el más reciente agravio, se regresa el golpe. Y lo peor es que todo empieza por algo tan pequeño. La primera guerra mundial nace por el asesinato de un archiduque a manos de un joven extremista. Lo que debió haberse castigado por el encarcelamiento de un asesino por parte de la policía, terminó siendo una guerra donde se movilizaron a más de 60 millones de soldados y cuyo alcance fue global. El costo: 10 millones de muertes y, peor aún, la semilla de la que sería la segunda guerra mundial.
Es míoUna buena comunicación es vital para evitar todo conflicto. No importa si la otra parte no lo capta, lo valioso es que tú misma pongas de tu parte para comenzar a desenredar el nudo
De la misma manera empiezan los pleitos en casa, en pareja, entre familias y vecinos. Son cosas pequeñas muchas veces que se van haciendo grandes. Una amiga y su hermana se repartieron todos los objetos de la casa de su madre al poco tiempo de morir. De pronto había un cuadro que las dos querían. Finalmente una se quedó con él. Desde entonces, la otra hermana ya no le habla. Todo había sido dividido relativamente igual, pero ese objeto no podía partirse. La mente de ambas empezó a recordar aquellos pleitos de hermanas. Los celos. El tiempo fue fortaleciendo el resentimiento. Un simple objeto las separó para siempre.
Suposiciones
Quizá el más pequeño e insignificante objeto capaz de encender una pradera es nuestra propia mente rumiante. Resulta que hemos enviado un correo electrónico a nuestro jefe para pedirle unos días de vacaciones. Tan solo serán dos días. Y son justamente cuando menos trabajo hay en la oficina. Los días pasan y nosotras cada vez más desesperadas. No me contesta. Viejo sangrón. Qué le pasa. Ahora no le entrego a tiempo el reporte. Así, gradualmente, nos vamos escalando. Y claro, ahora el jefe está molesto por el reporte atrasado. Mientras seguimos rumiando: si tan solo son dos días. Y el jefe no me los quiere autorizar. Así pasan por nuestra cabecita un montón de suposiciones. Es que le caigo mal. Después de todo lo que he trabajado. Pero resulta que en todo este tiempo el correo electrónico simplemente no le llegó, se desvió al buzón spam. El jefe nunca lo vio pero nosotras supusimos, argüimos, nos contestamos solas y ahora estamos que ardemos Troya. Ah, y algo más: un reporte mal entregado.
Temor
Decir que falló la comunicación es obvio. De ahí que cuando las parejas acuden a terapia lo primero que se busca es mejorar la comunicación. Y no sólo parejas, están los hijos adolescentes, los hermanos, en fin toda una gama de personas con las que comúnmente pensamos cosas diferentes, entendemos cosas diferentes y suponemos de todo. En el ejemplo anterior, quizá nuestra principal barrera para una buena comunicación es el temor al rechazo. De entrada habría de haberse confirmado que el jefe recibió el correo electrónico. O de plano debimos de haberle solicitado al jefe en persona tal permiso. Pero nuestro temor a fracasar muchas veces genera conflictos mayores. Por miedo, el asunto escaló.
Ahora es ahora
Qué gran paradoja; que sea el miedo lo que finalmente nos lleve a mayor violencia, a mayores agresiones, y todo por no decir lo que deseamos. Lo hemos escrito en ediciones anteriores. Seamos espontáneas. Dejemos que nuestra personalidad fluya desde adentro. Olvida los miedos anteriores y las angustias del futuro, simplemente piensa en tu presente. Quiero pedirle dos días para irme de vacaciones con mi familia. La mejor manera de evitar los conflictos es no dejarlos crecer. En el presente corrígelos. Claro, sé sutil. Pero nunca lo eches bajo la alfombra. Que luego se acumula de tal manera que ya es imposible corregir.
Antes que nada
Una buena comunicación es vital para evitar todo conflicto. No importa si la otra parte no lo capta, lo valioso es que tú misma pongas de tu parte para comenzar a desenredar el nudo. Si tienes las ganas de resolverlo, lo lograrás. Recuerda dejar atrás ciertos rencores y no hacer suposiciones sobre el futuro. No hagas ni pienses por la otra persona. Sé tú misma, pues es justamente lo que busca, ser tú misma. Admite tus errores, seguro que algo no lo hiciste tan bien. Ello facilita que el otro acepte su parte. No subrayes los errores del otro, sino explica cómo la actitud ajena te afecta a ti. Y finalmente sé positiva, espera de ambos un mejor futuro.
Escrito por: Equipo de SuperMujer