Bienestar

¿Cómo te alimentas?

como-te-alimentasSi le preguntamos a alguien como se alimenta, seguramente habrá quienes dicen “sano, saludable” y otros, con cierta picardía, “se llamarán al silencio buscando complicidad”. Sin embargo, el título que hoy escogí para acercarme a ti está incompleto, pues pretendo que reflexiones acerca de ¿cómo te alimentas emocionalmente?, es decir, “que le das de comer a tu cuerpo emocional”.

Hoy en día todos sabemos que existe el cuerpo físico y el cuerpo emocional, y que ambos merecen especial atención. El cuerpo físico, cuando está descuidado, reclama a su modo, a través de los síntomas.

Envía una alarma biológica para que nos hagamos conscientes y partícipes de lo que nos sucede. En varias oportunidades solemos estar ansiosos, angustiados, nerviosos, pero la vorágine cotidiana nos distrae; son tantas las urgencias, los asuntos importantes, los deberes y obligaciones, la escasez del tiempo, el trabajo, la familia, que nos desconectamos de nosotros mismos. Incluso, ¿cuántas veces te preguntas hacia dónde voy? ¿Para qué estoy haciendo esto? Pero muy pocas son las veces que nos detenemos a preguntarnos: ¿Cómo estamos? ¿Cómo me siento? ¿Me encuentro satisfecho con lo que estoy haciendo?

Vivimos en automático, en total transparencia vamos y venimos, y nos olvidamos de quiénes somos.

Dolores de cabeza, malestar estomacal, sensación de soledad, cansancio, fatiga mental, desgano y gastritis son las formas en las que se manifiesta nuestro cuerpo físico para llamar nuestra atención.

Pero sucede que el cuerpo emocional no tiene la misma posibilidad; y cuando le damos alimentos como envidia, enojos, permanentes conversaciones limitantes acerca de lo que somos o no somos; de lo que hacemos o dejamos de hacer, cuando nos maltratamos, cuando callamos amor o ira, cuando reprimimos; nos intoxicamos.

Guardamos las emociones tóxicas en nosotros mismos, y seguimos ignorantes del malestar que vamos creando. ¿Para qué? ¿Para qué necesitamos alimentarnos día con día tan mal? ¿Para qué desayunar tristeza, bronca, pasividad? ¿Para qué cenar peleas, sentimientos oscuros, sufrimiento?

Miramos películas que despiertan angustia, escuchamos canciones que tienden a la dependencia, generamos pensamientos opositores a la alegría y al bienestar, ¿y crees que es gratuito?

El cerebro no distingue lo real de lo ficticio. Si consumes antes de ir a dormir “muertes, robos, secuestros, miedo, sangre” ¿adivina qué?, tus sueños estarán conectados con esos temas; pues parte del sueño es el llamado “resto diurno”.

Por eso te propongo que aprendas a alimentarte de otra forma, además de ensaladas, frutas, carnes magras, y harinas integrales, añade a tu dieta “emociones positivas.”

Aprende a escuchar tu voz interna, y cuando te digas palabras “limitantes”, cancela el pensamiento, truena los dedos como poniendo un final. Haz candado. Cuando alguien te cuente el chisme, o cosas trágicas, haz candado. Elige películas o programas en los que puedas descansar la mente, armoniosos y alegres; y cuando tu esposo quiera mirar el noticiero, haz candado. Durante una semana busca mirar programas que te hagan reír o relajar, y que tu último pensamiento sea de gratitud.  Comienza a dar las gracias al universo por todo lo que tienes. Haz candado a todas las situaciones que no quieres para tu vida. Acostúmbrate a elegir lo que realmente quieres que impacte en ti. Somos lo que comemos. Haz candado a todo lo que te enferma.

Escrito por: Chuchi González

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