Una vez al año, abrigado por su querido saco rojo – que es su favorito – y guiado por sus renos, sale Santa Claus a repartir regalos por el mundo. “Tengo el mejor trabajo del mundo” asegura “poder llevar alegría a miles de pequeños es algo que no tiene comparación”
Con la proximidad de la navidad, Santa se encuentra muy ocupado haciendo los últimos preparativos antes de salir en su travesía por el mundo, sin embargo, tan sonriente como siempre, nos recibió en su taller.
¿Qué motiva a Santa Claus? “Compartir, dar un regalo es más que el regalo en sí, es compartir con el otro, es acercarte al otro, es dar felicidad… al dar, no sólo estás obsequiando algo al otro, sino que tú mismo te haces un regalo, se siente bien… el regalo es sólo un símbolo, lo que yo doy (y también me doy) es felicidad. Aunque debo aceptar que me encantaría que me regalaran unos shorts de bolitas”
¿Cuál es la parte más difícil de su trabajo? "Entrar por la chimenea es cada vez peor, aunque no lo creas los años pesan y he subido un par de kilos, el año pasado ya me estaba quedando atorado en una de las últimas casas, casi alcanzan a ver mis pies colgando en la chimenea... el año que entra ya me tengo que poner a dieta... aunque te diré, la señora Claus hace las mejores galletas del Polo Norte"
Desde pequeño, Santa tuvo la vocación de compartir, le gustaba salir a pasear y encontrar cosas interesantes que pudiera regalar a sus hermanos. Un día de invierno, su abuelita hizo un poco de chocolate caliente para todos y le encantó ver como todos estaban felices compartiendo ese sencillo momento, fue entonces cuando decidió que dedicaría su vida a llevar felicidad a otros y tiempo después, fundo su primer taller.
“Había quienes querían hacer que desistiera en mi idea de dar regalos, decían que para qué, si yo no iba a obtener nada, pero la primera vez que vi a un pequeño recibir su regalo y como su rostro se iluminaba con una sonrisa, supe que hay estaba mi recompensa, por ver sonreír a miles de niños, sabía que valdría la pena.”