Estaba saliendo del gimnasio a las 8 de la mañana un día cualquiera con un millón de pensamientos en la cabeza de los cuales quizá uno o dos valdría la pena mencionar, todos los demás eran puro relleno. Mis pensamientos no son lo que importa en estos momentos, sino lo que vi cuando alcé la vista después de haberme topado casi hombro con hombro con una mujer.
Volteo y veo la cabeza de una niña volteada al revés. Su mamá la llevaba cargando al hombro con un esfuerzo inmenso pero con una maestría aún mayor, la niña de 8 o 9 años no podía caminar por tener discapacidad. Cabe mencionar que la mamá llevaba unas bolsas de súper en la mano que tenía libre mismas que dejó en la calle para llamar la parada del camión. Decir que me impresionó es nada, es decir algo por decirlo. No es impresión lo que me causaron esa madre y su hija, fue algo que no puedo describir con palabras porque éstas sólo delimitan a un significado. Me provocó tantos sentimientos encontrados entre valor, ternura y una gran fortaleza unidos por amor, amor de mamá y amor a la vida.
Según el INEGI al censo del 2010 más del 5 % de la población en México tiene alguna discapacidad. Si es el 5 o el 1% de cualquier manera, todos los días vemos a personas que luchan por tener una mejor vida, sin embargo en el país no tenemos la cultura de ayuda, mucho menos de respeto a las personas con discapacidad, camiones de basura y patrullas estacionadas en los accesos de las banquetas, civiles que aprovechan el lugar desocupado cuando claramente hay un letrero que indica reservado. No hay suficiente transporte público adaptado a esas necesidades, no hay manera que una persona en silla de ruedas se suba a un pecero y mucho menos tenga acceso fácil al uso del metro. No sólo eso, padres de familia que viajan kilómetros y kilómetros para llevar a sus hijos a los centros de salud o centros de rehabilitación para mejorar su calidad de vida debido a los servicios tan escuetos que existen en México.
Si bien no podemos ayudar a todo el mundo, tampoco tenemos el poder de cambiarle la vida o las condiciones de vida a nadie, pero sí podemos cooperar, ayudar a generar conciencia social tratar de estar más despiertos a las necesidades de otros. Hay muchísimas fundaciones que buscan donativos para crear centros de rehabilitación, algunos estados destinan una parte de su presupuesto para programas de ayuda, el DIF es la institución que más se avoca a este sector tan vulnerable de la sociedad. La demanda es mucha y cada vez aumenta más pero también como sociedad civil y como gobierno se pueden lograr muchas cosas. Ayudemos a quien lo necesite.