¿Qué tesoros de nuestro pasado serán valorados en el futuro?
Por: Vivian Diller
Hace poco sentí un cambio radical cuando mi hijo de 17 años me dijo qué iba a comprarse: “Discos de vinilo”.
¿Discos de vinilo? Al principio pensé que bromeaba. No me podía imaginar por qué alguien de su edad, que creció con “todo lo descargable disponible las 24 hrs. los 7 días de la semana, estaría interesado en los LP’s. Siendo de mediana edad y, en la mente de mi hijo, no muy cool, obviamente no me cabía. Así que le pedí que me lo explicara.
“Mamá,” me dijo, “la música que se oye real, que puedes ver, sentir, tocar u tener en tus manos es interesante y, bueno, hermosa”. Wow, ¿escuché bien? Mis recuerdos de los discos de vinilo son que se rayaban, se rompían y que había que manejarlos y guardarlos con cuidado. Además, esos álbumes, que ahora se llenan de telarañas en nuestro sótano, no tienen la fidelidad que tiene la alta tecnología digital de los iPods o iPhones.
Pero él estaba hablando de algo completamente diferente, sobre la sensualidad de la experiencia LP: lo suaves que se sienten, poner la aguja con cuidado, ver cómo sintoniza, el sonido del scratch. Es esa experiencia muy “retro” la que hace a los LP’s tan atractivos para mi hijo.
Supongo que esta reacción retro no debería sorprenderme del todo, porque me recuerda una tendencia que investigué y sobre la que escribí en “Lo real está de moda”. El enfoque de ese texto fue el cambio de los medios a los actores naturales, en lugar de los plásticos que ya no se veían reales en la pantalla.
Los agentes de talentos empezaron a desalentar a sus clientes para que no abusaran de los procedimientos cosméticos que alguna vez ,se creyó, resaltaban la belleza, renovaban la juventud y les aseguraban los papeles. Actrices como Helen Mirren y Meryl Streep, mujeres que se niegan a borrar los signos de su edad, estaban de moda en Hollywood. “La homogeneización está fuera, lo real está de vuelta”, declararon los agentes.
Tal vez esto es a lo que se refería mi hijo sobre el sonido y sensación auténticos de sus LP’s. Me puso a pensar en los otros tesoros “añejos” que alguna vez fueron valorados por nuestra generación, y que podrían terminar siendo apreciados por la siguiente. Mi hija de 23 años y sus amigos no se cansan de ese nuevo/viejo look vintage.
Se la pasan en las tiendas de usado, buscando ofertas y ropa que se vea como la que nosotros nos poníamos y que probablemente tiramos hace años. El regalo de Navidad que anhelaba lo descubrió en la parte trasera de mi clóset. Encantada de encontrar vintage original—un artículo que realmente pertenecía a los 70’s—salió con una falsa plisada a cuadros que se me había quedado de mis días en la universidad. Un “verdadero hallazgo”, dijo.
Y aunque el Kodachrome podría extinguirse en 2011, he notado un renovado interés en la fotografía en blanco y negro. Mi hijo de en medio, de 21 años, pidió una cámara con esta opción para su regalo de Navidad. Específicamente pidió que tuviera enfoque manual, porque las cámaras compactas no le dan la libertad que quiere para crear fotos que se vean naturales.
El sepia y las imágenes en blanco y negro, dijo, tienen mayor textura y son más atractivas a la vista. Para probar su argumento, me enseñó las fotos que su novia había enviado de su año en Bangladesh—sí, la mayoría estaban en blanco y negro. Le encontré sentido cuando me explicó “estas se sienten en carne viva, como si en verdad estuvieras ahí. Con color, se verían como postales”. Tal vez sean sólo mis hijos y sus amigos, pero ahí había un interés por una experiencia más auténtica y retro.
Y también está la locura de los mercados verdes. Los jóvenes se toman el tiempo estos días de elegir cuidadosamente las frutas y vegetales que usarán para cocinar su comida. Toman cada pieza para revisar su frescura, al igual que sus abuelas. La frugalidad podría ser parte de ello, pero los jóvenes—hombres y mujeres—parecen disfrutar de estos mercados verdes sólo por el gusto sensual del mismo.
Y mientras estos hombres de veinti-tantos ayudan en la cocina, cosa que no hacían sus abuelos, volvemos a los básicos que me recuerdan el ayer. Añadimos a esto el nuevo/viejo pasatiempo y el creciente interés en el buen vino añejo. Las visitas a los viñedos y las vinaterías se ha hecho muy popular en la generación del milenio. Prueban, sorben y seleccionan buen vino para su comida fresca, reemplazando las versiones baratas que ya no atraen a su paladar.
Claramente, la moda verde se ha hecho popular por un número de razones, pero podría ser la declaración más obvia de la necesidad y deseo que tiene esta generación de apreciar la vida menos complicada, menos electrificada y computarizada.
Pero de vuelta a esos álbumes. Nuestros hijos podrán disfrutar sus grupos de rap y rock (algunos hasta hacen LP’s), pero están profundamente enraizados en nuestra música también. Desde sus cuartos estallan los Beatles, los Stones, Bruce Springsteen, Bob Dylan, Led Zeppelín, artistas que cambiaron la música y la cultura.
El que vean a sus padres de 50 o 60 como cool ya es demasiado pedir, pero me pone a pensar que nuestros hijos e hijas podrían estar listos pare vernos con una luz más cálida. Tal vez empiezan a reconocer que cantidad no necesariamente es igual a calidad, que velocidad podría ser demasiado y sin llegar a lo realmente importante. Tal vez, sólo tal vez, esta nueva generación empieza a apreciar que algunas cosas, de hecho, mejoran con la edad.
¿Qué tesoros del pasado crees que serán valorados por la siguiente generación?
*Vivian Diller es psicóloga, bailarina profesional y modelo. . Conocida por sus artículos de belleza, envejecimiento, medios, modelos y bailarinas. Es autora del libro Face It: What Women Really Feel As Their Looks Change una guía psicológica para ayudar a las mujeres a lidiar con sus emociones respecto al cambio en su apariencia.