La creatividad florece cuando las cosas se hacen por placer. Lo que importa es el placer, no la perfección.
Por ejemplo, muchos padres desean que sus hijos desarrollen algún tipo de habilidad musical. Tal vez lamenten no haber aprendido ellos mismos a tocar un instrumento, y no quieren que sus hijos se pierdan esa posibilidad. Y así comienza el ritual infantil de tomar lecciones de música.
Luego, con demasiada frecuencia ese deseo se descamina: el niño toma lecciones de música durante algún tiempo y luego pierde interés. Una mejor manera consiste en seguir y no forzar; dejar que el niño guíe.
La creatividad surge de recursos interiores que están dentro de ti en gran abundancia. Tener fe en tu creatividad significa tener fe en recursos específicos que se hallan a tu disposición. A menudo experimentas la intuición como una corazonada o un súbito rayo iluminador.
Otro es la voluntad, la fuerza a la que puedes apelar para cumplir tus objetivos. Las personas creativas experimentan una sensación de misión que las impulsa hacía adelante.
Un tercer recurso es el gozo, el puro deleite capaz de penetrar en una actividad hasta convertirla en su propia recompensa. Una cuarta cualidad es el valor, implica correr riesgos, usando intuición y voluntad. El último recurso es colaborar y trabajar con los otros, valorar sus esfuerzos.
Fuente: Goleman, Daniel. El espíritu creativo.
¿Para ti que recursos debe tener la creatividad?