Tras superar las desveladas del bebé, los “terribles dos”, los raspones y berrinches, llega la siguiente prueba: la adolescencia. Transformaciones, confusiones y un deseo de mantener distancia con los padres, convierten a los adolescentes en seres extraños, sumamente distintos de los hijos que se conocían.
No cabe duda que la adolescencia es un periodo de transformación. Los cambios físicos, emocionales y psicológicos, se presentan a tropel y pueden abrumar al adolescente; la búsqueda de identidad y el deseo de encajar en un grupo se convierten en los ejes de su vida. Y mientras tanto, los padres se preguntan ¿cuánto durará la tormenta?
Existen diferentes opiniones en cuanto al periodo exacto que abarca la adolescencia. En términos generales, podemos hablar de tres fases: La primera inicia entre los 10 y 12 años (pubertad) –aunque en algunos casos puede ser desde los 8– y se extiende hasta los 15 años. Luego sigue una adolescencia media que abarcaría hasta los 19 años. Posteriormente llega lo que conocemos como adultos jóvenes que van de los 20 a 24, lo que algunos consideran una adolescencia tardía; mientras que para la OMS, la adolescencia termina a los 19 años.
Por otro lado, algunos psicólogos señalan que la maduración no termina a los 18 o 19 años, por lo que se debería considerar que es a los 25 años que se llega el término del desarrollo adolescente. Pues entre los 19 y 25 años el cerebro sigue presentando cambios y hay mucha actividad hormonal; si bien se está llegando a una estabilidad, aún no ha concluido la transición a la edad adulta.
Sin embargo, quizá la fase más difícil sea entre los 14 y los 18 años, esa etapa que la mayoría visualiza cuando se le habla de adolescentes. Es una etapa de muchos retos para los padres, pues los adolescentes requerirán mucha orientación –incluso si no lo aceptan abiertamente– por lo que será necesario brindarles la confianza para acercarse a aclarar sus dudas, alentarlos y cuidarlos sin ser sobreprotectores. Tratar de aproximarse sin ahuyentarlos y armarse de paciencia, pues esta etapa también pasará.
Escrito por: Elena Pedrozo