Desde el otro día que fui al teatro a ver una obra que se llama Espejos, que ya terminó temporada pero que fue ahí donde hacían la reflexión que motivó este texto. Me pasa a veces que estoy abierta a escuchar y aprender de las cosas que vivo sin ninguna intención de hacerlo, sólo de pronto llegan señales, frases o algún acontecimiento que hacen que de pronto me caigan veintes. Sin embargo no he podido redondear la idea aún cuando lo he experimentado muchas veces en mi vida, tan simple como en estas semanas he tenido un sinfín de inicios y finales.
El momento que vivimos es lo que es, estamos presentes en nuestra vida y podemos pensar que no hay más de lo que vemos, que no habrá más realidad que esa. Sin embargo pasan los años, las experiencias y los tiempos cambian. Lo que descubro es que aún cuando se viva el presente en su totalidad, los mismos presentes que ya pasaron indican que nada permanece, que todo cambia. En lo personal he aprendido que aunque sí trato de vivir 100% en el presente en todas las cosas que hago, también sé que cuando sucede algo que me provoca dolor puedo decidir cambiar esa misma realidad. Es decir, habrá cosas que no se puedan cambiar, pero muchas otras que sí está en nuestras manos hacerlo con tan sólo querer, sí no podemos la misma situación sí nuestra reacción a ella.
La reflexión es que a veces tendemos a ver las cosas definitivas, blancas o negras, absolutas y totales. Hasta el momento lo único que resulta absoluto es la muerte, todo lo demás tiene un principio, un desarrollo y un final para volver a empezar con algo más, y está en nosotros que sea igual o hacerlo diferente.
Limitamos nuestra visión de la vida con metas, sin embargo donde deberíamos de poner más atención es en el camino, la vida es el camino y la meta parte de ella. Llegar a la meta debe ser motivador pero creo que es aún más, la sensación que se vive cuando uno está a punto de llegar, tanto que podría alargarse la línea un poco más. El camino son ciclos y algunos son iguales, repetimos las mismas cosas y por lo general esperando resultados diferentes pero siempre resultan ser los mismos.
La clave consiste en detectar esos ciclos y a dónde nos llevan, a prueba y error, con la confianza que en el 99% de las veces podremos tener un nuevo comienzo para vivir como queremos hacerlo.
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