Aprende a estar a solas contigo
Después de 28 años de casados, el marido de Sonia la había dejado por una mujer mucho más joven que ella. A sus 57 años, no podía creer que tendría que vivir sola. Al poco tiempo, tuvo problemas de salud muy serios. Un trauma así puede alterar fácilmente la salud. Pero Sonia no se dio por vencida. “Pensé: Quizá me haya herido pero no dejaré que me quite lo mas preciado que tengo, mi propia vida. Pasé un par de años terribles. Al principio sufría pues sólo había vivido para mis hijos y para mi marido. ¿Qué iba a hacer yo sola? Poco a poco, mientras salvaba mi propia vida, me fui dando cuenta que tenía un futuro por delante. Fui descubriendo el lado positivo de la soledad. Ahora que estoy mucho mejor, me doy cuenta que la soledad no sólo se disfruta sino que es la razón de mi propia seguridad. Ahora, en vez de lamentarme, suelo salir por las tardes a tomarme un café con una de mis mejores amigas: yo”.Padecerlo o gozarlo
Es cierto que la vida no es fácil, que nos depara sorpresas desagradables, que no es justa. Pero desde que somos adultas, somos responsables de lo que hacemos y lo que sentimos. Hay muchísimas cosas que no podemos controlar. Desde el clima hasta la economía. Desde una llanta ponchada hasta la vecina chocante. Pero en esta vida sí somos libres de elegir cómo reaccionamos ante todo lo que nos suceda. Quizá estemos casadas, solteras o viudas, y ello no lo podamos cambiar. Pero como mujeres, somos totalmente responsables de nuestros momentos de soledad. Podemos padecerlos o gozarlos. Tenerlos o buscarlos. Podemos deprimirnos o elevarnos para convertirnos en mejores personas. De hecho, la soledad ha sido la compañera esencial en los momentos de crecimiento de grandes personajes de la historia.
Tú decides
Víctor Frankl fue aprehendido en Austria, junto con su esposa y sus padres, para ser enviado a un campo de concentración Nazi. Como psiquiatra, observó que las personas morían o sobrevivían dependiendo del significado que le daban a sus sufrimientos. “Quienes vivimos en campos de concentración, podemos recordar a los hombres que iban por las barracas dando consuelo y cediendo el último trozo de pan. Tal vez fueron pocos pero son prueba suficiente de que a un hombre se le puede quitar todo, menos una última cosa: la última de las libertades humanas: la de elegir la propia actitud en una circunstancia determinada… aún en las peores circunstancias, resulta claro que el tipo de persona que se convertía un prisionero era resultado de una decisión interna y no sólo de las condiciones de recluso. Al final, todo hombre puede decidir qué va a ser de él mental y espiritualmente. Puede conservar la dignidad humana aun en un campo de concentración”.
Oportunidad
Ni sus padres ni su mujer sobrevivieron. Pero Víctor Frankl salió de aquél infierno para escribir su famoso libro El hombre en busca de sentido. Se convirtió así en la tercera escuela austriaca de psicología detrás de Sigmund Freud y Alfred Adler. Por cierto, estos dos últimos personajes tienen en común junto con Nietzche, Ibsen, San Agustín, Montaigne, Rousseau, Spinoza, Dostoievsky, Tchaikovsky, Cervantes, Einstein, e incluso Moisés y Buda, la búsqueda del aislamiento para alcanzar así una mayor claridad mental y espiritual. Baste con recordar a Jesús cuando decide retirarse al desierto por cuarenta días y cuarenta noches. Se retira para prepararse e iniciar su vida activa. A su regreso comienza una obra que ha durado ya dos mil años. A nosotras, como a ellos, la soledad nos da la oportunidad de crecer y reinventarnos.
Vencer el miedo
Pero Jesús no la tuvo fácil durante su retiro. Recordemos que fue tentado por el demonio. Creyentes o no, podemos suponer fácilmente que de haber caído ante las tentaciones, su obra no hubiese trascendido como lo hizo. Utilizando este mismo pasaje bíblico, podemos afirmar que para trascender en soledad es necesario saber responder a los propios demonios. El primero y quizá mas importante de ellos es el miedo. En los niños, el miedo es natural y frecuente. Ellos cuentan con pocos recursos para enfrentar las muchas amenazas y es normal que experimenten temores. Al ir creciendo, los niños van ganando confianza en sí mismos y disminuyen sus temores. Un miedo natural en la infancia surge cuando se separan de los padres. Desde el momento cuando van por primera vez a la escuela hasta momentos más dramáticos como un divorcio o la muerte del padre o la madre pueden generar en los niños una ansiedad de separación que se prolongue hasta la vida adulta. Ansiedad que evita a toda costa estar a solas con una misma.
Nada es verdad...
Otro demonio común es la forma como nos hablamos a nosotras mismas. Todas llevamos un grillito que constantemente nos acompaña, nos habla, nos aconseja, nos recuerda, nos regaña y nos motiva. En ocasiones, esta voz es dura con nosotras mismas. “Qué burra eres, nada haces bien”. “Qué mal te ves, apúrate y ponte algo que te haga ver mejor, aunque lo dudo”. “Nadie me entiende”. “Mejor ni lo intentes porque no lo vas a lograr”. Todas estas frasecitas son perniciosas y son las que nos acompañan justamente cuando estamos a solas. Precisamente cuando estamos eligiendo y tomando decisiones internas nos estamos saboteando de entrada. Ver la vida y vernos a nosotras mismas sin tanta severidad es un paso valiosísimo hacia una vida plena. Si bajamos esas expectativas, si vemos dentro de nosotras mismas los miles de recursos que tenemos a la mano, si damos un poco de tiempo, es posible ver el mundo con ojos – y oídos - positivos.
Saber Amar
Es cierto. Hay momentos en soledad que son verdaderamente difíciles. No hay otro remedio que enfrentarlo. La tristeza por el pasado que se nos fue. El aburrimiento. En cualquier caso, está en nosotras la reacción y los sentimientos que la situación despierta en nuestro interior. De la melancolía podemos profundizar para salir más fuertes. Del aburrimiento podemos improvisar, ser creativos o relajarnos. La clave es entender que nuestra sensación en soledad es una elección propia. Pero sobretodo, una gran oportunidad. Aprovecha las vacaciones para darte tu tiempo. Soledad es vivir intensamente el silencio mientras caminamos por un parque. Es oler el amanecer y disfrutar el rocío en nuestra piel. Es observar en el cielo el comienzo de un nuevo amanecer con sus pequeños destellos de luz rojiza. Es decidir en total libertad qué película ir a ver, qué libro comenzar a leer, qué música escuchar. Es tener el coraje de verse al espejo y entender que somos únicas. Es cuidarnos a nosotras mismas. Es sabernos amar. Y por lo tanto, es saber amar a los demás. Saber Amar
Es cierto. Hay momentos en soledad que son verdaderamente difíciles. No hay otro remedio que enfrentarlo. La tristeza por el pasado que se nos fue. El aburrimiento. En cualquier caso, está en nosotras la reacción y los sentimientos que la situación despierta en nuestro interior. De la melancolía podemos profundizar para salir más fuertes. Del aburrimiento podemos improvisar, ser creativos o relajarnos. La clave es entender que nuestra sensación en soledad es una elección propia. Pero sobretodo, una gran oportunidad. Aprovecha las vacaciones para darte tu tiempo. Soledad es vivir intensamente el silencio mientras caminamos por un parque. Es oler el amanecer y disfrutar el rocío en nuestra piel. Es observar en el cielo el comienzo de un nuevo amanecer con sus pequeños destellos de luz rojiza. Es decidir en total libertad qué película ir a ver, qué libro comenzar a leer, qué música escuchar. Es tener el coraje de verse al espejo y entender que somos únicas. Es cuidarnos a nosotras mismas. Es sabernos amar. Y por lo tanto, es saber amar a los demás.
Mente Sana De acuerdo con Abraham Maslow, algunas de las características de las personas autorrealizadas son:
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