Un mundo mejor

Dos mundos diferentes

2-mundos-diferentesSomos de dos mundos distintos que no convergen, ni siquiera están en el mismo cosmos, no participan de la circunferencia, de la simple línea recta o paralela. No sé cuál está afuera y cuál dentro, no sé siquiera si existe algo respecto de lo cual puede estarse dentro o fuera. No sé cuál está bien y cuál está mal.

Son mundos extranjeros que no se encuentran en ningún mapa existente en la tierra, no hay siquiera firmeza de conocimientos en ellos, sólo arenas movedizas y se mueven para rumbos distintos como distinto fue su origen. El calor que proporciona el sol pega con sombra y frío, pues es el sol el que da calor y el calor no proviene más que de la desesperación de las almas.

El lenguaje aleja, aunque con el tiempo de conocimiento llega la costumbre y permite que los dejos de distinción se cuelen en indiferencia. La ley que rige es la de la venganza, la sangre y el egoísmo ¿Cómo sobrevivir en un mundo lleno de mal entendidos? ¿Cómo permanecer en un mundo donde el lenguaje es desconocido, lacerante, imposible?

Los dos mundos se contraponen no solo a ellos mismos, sino al mismo tenor de la vida, a la calentura, al frío, a la piedra que hacen suya al tiempo que mata a pasos firmes. El pasado se quedó en una de las iglesias que fue demolida por la edad en la que se despierta de la inocencia de lo increíble, se enfrentó a la desaparición.

Las voluntades pesan como yunques de olvidos, reproches y llantos, la víctima de todo es la víctima misma del sereno que no deja que cante el pájaro y que mordisquea al búho para calmar sus ansias. Bendita noche que permite a esos dos mundos intentar converger.

La cama va plegada de cabellos de viento y maltratos de apariencias lejanas, no sabemos de dónde provienen los cantos que nos separan y nos unen como gotas de agua que caen de una llave que no funciona.

La calma se transcribe como pinturas en piel humana, nada cambia, nada espera, no se compra la bondad ni se taladra la garganta. No hay manuales en ninguno de los dos universos, no hay estrellas en sus cielos ni lámparas de lunas. Hay caricias sin manos, besos sin dientes y noches eternas sumergidas en los ríos de afirmaciones y negaciones.

La salida está cerrada como los ojos de los gobernantes que se conforman con saber las opciones sin tener la intención de alternar esfuerzos, no hay paz y la violencia se manifiesta como el humo de las chimeneas en diciembre. La capacidad de abrir la boca se levanta con el ánimo de emitir sonido, pero permanece callada por el miedo al frío y así se duerme esperando un día más.

Las enfermedades son provocadas por las conductas pasadas, el hoy se manifiesta como posible nunca, el futuro no ve con los ojos de la mesura, solo gruñe y grita para poder pasar junto a la fuente de la perenne necesidad de estar. La pauta de las normas la maneja el sentimiento de culpa, ese que no sirve de nada, habrá que tirarlo a la basura.

Y así las lenguas se atoran, los abrazos se pierden en la niebla del error, la inseguridad maneja el auto de la reflexión, camino que se ha perdido en la neblina del hartazgo. En éste pequeño lado del mundo se espera al olvido con paciencia, a veces, con esmero en el próximo logro del transcurso del día y con la fuerte y firme convicción, esa sí que no se va ni se debilita.

El agua escasea ahora, la sal se evaporó por no protegerse contra la tela caliente. Y la silla asimila su labor, se arrepiente de haber querido ser una mesa y tranquila parte hacia otros lares, algún día logrará dejar de desear… no ser una mesa.

Y así como la evolución de las cosas, los dos mundos se separan para encontrar un mejor cosmos, uno en el que sí converjan.

Escrito por: Evangelina Jiménez Olvera.

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