Hoy leí en el muro de Facebook de una amiga un mensaje que me conmovió; decía que siempre queremos los adultos dejar un mundo mejor para nuestros hijos, pero sería mucho mejor desear dejar mejores hijos para nuestro planeta; pues en definitiva ¿De qué nos sirve un mundo mejor si quienes lo habitan no han logrado trascender las barreras del egoísmo y la intolerancia personal?
¿De qué nos sirve construir un lugar abundante si quienes lo habitan no toman conciencia de que todos pertenecemos a una unidad y hasta los actos más insignificantes tienen consecuencias en el resto de nosotros?
Me quede pensando en esta fantasía ilusa de construir, en lugar de re-construir lo que tenemos, reflexioné que lo mejor de lo mejor de nosotros, y nuestro máximo esmero de hacer algo por los que vienen, no será posible si no hacemos algo por nosotros mismos, los de ahora. ¿Cómo dejarles un legado de amor y paz a nuestros hijos y nietos, si los adultos que somos vivimos en un mundo de violencia y miedo? ¿Podemos dejar lo que no tenemos?
Las atrocidades más grandes y pequeñas de la historia generadas por hombres, fueron ideadas y planeadas por mentes que antes de ser adultos fueron niños. Esos niños tal vez vivieron hambres, vergüenza, golpes, humillaciones, frío, envidia, abusos; y así se encaminaron en la adultez con sus moretones y vacíos a cuesta.
No justifico que por la escasez emocional; la educación recibida, o la falta o sobreabundancia de costumbres limitantes o autoritarias las personas actuemos como si los únicos importantes fuéramos nosotros. Pero si comienzo a percibir, que es urgente, cambiar nuestra forma de educar y de educar-nos, ahora mismo. Mañana es demasiado tarde.
El olvidado respeto genuino, urge recuperar. Entendiendo la aceptación de que el otro es un ser diferente a mí, y que yo soy diferente a él, y que pese a ello podemos convivir. Donde mis problemas, o deseos no tienen por qué ser más importantes que los tuyos; donde la igualdad sea la marca natural.
Pero ¿Cómo crear un contexto equitativo, entre tanta desigualdad? Yo sé que no es sencillo, pero también creo que no es imposible, que todos podemos colaborar.
Hace días desde un auto estacionado en doble fila, como un auto que espera a alguien o algo, dejo entre ver unos dedos de mujer que asomaban por la ventanilla cuasi levantada soltando a la calle libremente unos papeles. Una joven que vio el acto, dijo – Sra se le cayeron unos papeles – con tono de regaño y los dedos mágicos sólo respondieron… - Si, ahora que llegue el chofer que los levante.
Actitudes tan cotidianas, y constantes como estas, tan bien benefician el surgimiento de los atentados, robos, violaciones, secuestros, y cualquier otro acto de violencia o maltrato que acontecen día con día. Porque los seres humanos o vivimos parados en el amor, o estamos habitando el miedo; y desde este lugar, somos escasos, impacientes, y justificamos nuestro acto fundados en el dolor personal.
Escrito por: Chuchi Gonzalez