Adicción al alcohol, a las drogas, al juego, al tabaco, al ejercicio. Las adicciones son un problema con factores emocionales y fisiológicos. Por mucho tiempo se creyó que las adicciones eran una cuestión de falta de autocontrol y fuerza de voluntad. Sin embargo, es mucho lo que hay detrás de que una persona sea adicta a algo.
Por mucho tiempo se vio a las adicciones como una cuestión moral, como algo que debía ser castigado. Pero las investigaciones han revelado que la adicción es una enfermedad y como tal, se debe tratar. Una persona adicta no es alguien sin valores o voluntad. Hay factores biológicos, ambientales y psicológicos que tienen influencia en el desarrollo de una adicción.
La adicción es una enfermedad progresiva. El objeto de adicción puede variar, pero los efectos en el cerebro son similares en todos los casos. Si bien el primer acercamiento es voluntario. En el cerebro se producen alteraciones en las zonas vinculadas a la toma de decisiones y el control del comportamiento, lo que desata una compulsión incontrolable.
Incluso si se trata de adicción a cosas que no ingresan a nuestro organismo como las apuestas, los videojuegos o internet. Los escáneres cerebrales han detectado alteraciones en las mismas zonas del cerebro.
Los neurotransmisores, sustancias encargadas de indicar a nuestro cerebro cuál debe ser la reacción ante las situaciones que se nos presentan; se ven afectados por la estimulación que produce el objeto de adicción. Se cree que puede haber una predisposición en el cerebro que ocasiona que esta estimulación genere cambios permanentes en la química cerebral, lo que propicia la adicción.
Al principio la persona recurrirá al objeto de su adicción porque le produce placer, pero conforme la enfermedad avance, el adicto sentirá que necesita el alcohol, el tabaco o lo que sea que le genere adicción con mayor frecuencia. El cerebro vincula la felicidad con el objeto de adicción hasta que llega el punto en que la necesidad de consumir o realizar la actividad se vuelve más fuerte que la decisión de hacerlo; se pierde el control, se genera dependencia y la sensación de que es imposible vivir sin ello.
El cerebro se ha acostumbrado y cuando se intenta dejar la adicción, se resiste. Para el cerebro la actividad está relacionada intrínsecamente con la felicidad y ante el temor o la duda que representa dejar la adicción, el cerebro hace desear con más fuerza eso a lo que se es adicto. Cuando se ha dejado por un rato, el cerebro “lo extraña” y se genera el “Síndrome de abstinencia”; ansiedad, estrés y una sensación de vacío, de que algo falta.
Para combatir una adicción es primero necesario entenderla y aceptar que se tiene. Es un proceso complejo y difícil que requiere del apoyo de la familia. En el cerebro de un adicto el sistema de respuesta de recompensas lo hace más propenso a enviciarse; es difícil, pero eso no implica que no sea responsable de sus actos. La consciencia de lo que le ocurre le puede ayudar a enfrentar mejor la enfermedad.
Escrito por: Elena Pedrozo