Escrito por: Sophia Ourfali
En los años recientes se ha avanzado en forma importante en la teoría del Desarrollo Humano. Sabemos que hay razones de orden, biológico, social, económico y político convincentes que justifican invertir en el cuidado de la primera infancia (Myers citado por Bozchovich 1991). Las investigaciones sobre el desarrollo han demostrado que los primeros años de vida son críticos para el desarrollo de la inteligencia, el lenguaje, el comportamiento social y la personalidad.
Dentro de todos los factores que son esenciales en el desarrollo humano, uno es de capital importancia: la relación de la madre con su hijo, la cual es determinante en los primeros años de vida pero también en épocas posteriores.
Así por ejemplo, Martínez (2003) ha demostrado que la influencia de la madre sobre los niños durante los años escolares se deja notar e diferentes dimensiones evolutivas (agresividad, logro escolar, motivación de logro, socialización de los valores sexuales, etc.) de forma similar a como sucedía en años preescolares.
Por lo que se puede concluir que las experiencias tempranas (relación madre-hijo) juegan un papel trascendental en la constitución psicobiológica del individuo. Con el paso de los años, las experiencias posteriores se asimilarán fundamentándose en las iniciales, y a su vez el sujeto se acomodará a dicha información reciente.
Así, es factible suponer que la obesidad infantil puede estar influida por diversos elementos de la relación madre – hijo, y no ser solamente determinada por problemas nutricionales u fisiológicos.
Se ha encontrado que muchas madres creen que la obesidad de sus hijos es resultado de una falla de la voluntad: que sus hijos podrían perder peso si lo desearan, tan solo alejándose de la mesa.
Para referirnos específicamente del niño obeso es necesario hablar del perfil y desarrollo de éste que presenta la problemática desde los primeros años de su vida.
Uno de los hechos evidentes acerca de la personalidad es que está en cambio y desarrollo constante. Esto se advierte especialmente durante la infancia, la niñez y la adolescencia.
Las etapasCuando un niño afectado por la obesidad tiene la capacidad de defenderse, a veces lo salva de la culpa y de la vergüenza, sin embargo reprime las emociones, como el amor, que es uno de los impulsos más fuertes de desarrollo de la personalidad según la teoría psicoanalítica se fundamentan. Cuando un niño afectado por la obesidad tiene la capacidad de defenderse, a veces lo salva de la culpa y de la vergüenza, sin embargo reprime las emociones, como el amor, que es uno de los impulsos más fuertes en tres fases donde Freud considera los cinco primeros años de la vida del infante como esenciales y decisivos para la formación de la personalidad, la fase oral es la que nos importa para entender el desarrollo de la personalidad del niño con problemas de obesidad desde un ángulo psicológico.Al irse formando la personalidad del hombre, la primera secuencia en desarrollarse se relaciona con la zona de la boca. El ser humano usa los labios para ingerir alimento. La comida es placentera. Sea del pecho materno o de la mamila el neonato aprende de inmediato que al manipular la cavidad labios –lengua – oral sobre el pecho materno o la botella le produce felicidad, entonces aprende rápida y definitivamente la lección de que los labios le producen placer. Si el bebe busca ser feliz, es necesario que use los labios. Ya entrenados los labios para producir placer, el nene introduce los dedos, su pulgar o cualquier objeto para obtener placer y reducir así la tensión. Esta es la fase oral, y va a ser la etapa más duradera y fuerte en el vivir del hombre Siempre recurrirá a la zona oral en busca del placer, y lo hará incluso cuando la actividad resulte insuficiente para resolver un problema y reducir la tensión (Bischof, 1982).
En las primeras semanas de la vida, las respuestas a las incomodidades inmediatas del lactante dominan su conducta (Kolb et al, 1992). Estos autores afirman que la relación dependiente que aparece en el lactante establece, desde los primeros momentos de la vida extrauterina, cuál es el tipo de asociación que el individuo va a tener con los otros; de este tipo de asociación se derivan las fuerzas que moldean la personalidad y la capacidad final del hombre para adaptarse a la sociedad.
De acuerdo con la teoría psicoanalítica, el infante asocia la comida con el amor maternal y un sentido de seguridad durante el estadio muy temprano del desarrollo. En este momento, él vive a través de la boca y ama con ella; y la madre hace lo mismo con sus senos. Para ella, esto depende en gran medida del amor que pueda tener la seguridad de recibir de los otros, la autoestimación que acompaña el acto de amamantar y de la respuesta del recién nacido.
El hecho de mamar no solo alivia la incomodidad del hambre, sino, conforme surgen otras tensiones más complejas, el lactante recurre al sustituto más disponible como fuente de seguridad y satisfacción; por lo tanto se succiona el pulgar.
Existe la disposición del recién nacido a obtener lo que se le da en su regulación mutua con la madre, al obtener así lo que se le da, y al aprender a conseguir que alguien haga lo que él desea, el niño desarrolla el fundamento necesario para llegar a ser un dador (Erikson, 1980).
Aunque las relaciones con las otras personas aparecen hasta que el niño tiene aproximadamente un año de edad, estas se inician con los primeros cuidados que la madre da para satisfacer las necesidades de alimento y calor al lactante.
El psicoanálisisDe acuerdo con la teoría psicoanalítica, el infante asocia la comida con el amor maternal y un sentido de seguridad durante el estadio muy temprano del desarrollo considera importante el contacto físico con la madre, los arrumacos y caricias, y la necesidad de vinculación. El niño pequeño frecuentemente identifica a la madre (o alimentador) como la persona que lo alimenta, identifica la alimentación con el amor y la ausencia de ésta como castigo; pero también la madre identifica la aceptación o rechazo de la comida como signo del amor o del rechazo del niño hacia ella. Debido a esto, frecuentemente las perturbaciones de la relación madre-hijo se manifiestan como alteraciones de la esfera de la alimentación (Chinchilla, 2003).
Sin embargo, cuando los cuidados psicológicos de la madre son escasos o inconstantes, se puede estimular el autoerotismo en forma de succión excesiva y prolongada del pulgar o constipación. De ahí se podrá desarrollar lo que se llama una “personalidad oral”.
Se le llama así al individuo cuando continúa centrado su interés en la boca, aún cuando ya haga mucho tiempo que sobrepasó la edad que ésta debió haber dejado de ser un foco de satisfacción. Sus características son dependencia, egocentrismo, exigencias, facilidad para tomar satisfacciones sin dar nada a cambio, y preocupación con actividades de la boca, así como satisfacciones y fantasías de ingestión y alimentación (Kolb et al, 1992).
A esto Freud lo determinó como una fijación que se entiende como la incapacidad de madurar más allá de una determinada etapa de desarrollo que corresponde, por lo regular, a una edad más temprana.
Sin embargo no todas las personas fijadas en la etapa oral se vuelven obesas. Para algunos autores como Fenichel (2003) “La obesidad en la infancia representa una perturbación de la personalidad, en el tamaño corporal excesivo se convierte en el órgano de expresión de un conflicto”.
Se puede decir que la personalidad del niño obeso está dominada por el impulso de comer para sentir placer. Es posible que el niño designa una actitud frecuente de experimentar un amor excesivo de sí, que tiene una valorización exagerada de su propia persona, al separarse de la madre y verse frustrado en las primeras etapas de la vida se centra en si mismo, sin tolerar esta frustración, y demanda alimento constantemente sin importar lo que la madre necesita, intentando llenar todo el tiempo el vacío que le causa esta separación con la madre, con una actitud constante de voracidad.
Cuando un niño afectado por la obesidad tiene la capacidad de defenderse, a veces lo salva de la culpa y de la vergüenza, sin embargo reprime las emociones, como el amor, que es uno de los impulsos más fuertes, “es una bestia dormida que a veces se despierta y que quiere la posesión total del ser amado. No se conforma con partes ni con momentos: lo quiere todo” (Carbonel, 1996).
Fenichel (2003) nos dice que el impulso urgente de comer tiene el significado inconsciente de incorporar algo que pueda traer un relajamiento de la desagradable tensión interior, y comer significa leche, suministro que aplaque las angustias.
El origen del problema comúnmente se remonta a la infancia, a las primeras relaciones afectivas, es decir, cuando aún estaba comprometido el cuerpo del bebé con el de su madre. Se puede interpretar que el recurrir al alimento, primera función vital, es un intento de llenar el vacío interior que se vivencia como una falta de afecto persistente. (Carbonel, 1996).
Escrito por: Sophia Ourfali
Bibliografía
Bischof, S. L. (1982) Interpretación de las teorías de la personalidad México, D, F: Trillas
Bozchovich, L. I. (1991) La personalidad y su desarrollo en la edad infantil. La Habana. Cuba: Pueblo y Educación.
Carbonel, J. (1996) Anorexia y Bulimia Buenos Aires, Argentina: El Obelisco.
Chinchilla, A. (2003) Trastornos de la conducta alimentaria. Barcelona, España: Masson
Erikson, E. (1980) Infancia y sociedad Buenos Aires, Argentina: Paidos
Fenichel, O. (2003) Teoría general de las psiconeurosis. Buenos Aires, Argentina: Paidos.
Kolb, F. y Noyes, H. (1992) Psiquiatría clínica médica. México, D. F.: Prensa Medica Mexicana
Martínez C. (2003). Salud familiar. La Habana, Cuba: Científico-Técnica.